A la muerte de Cristo

 

Felix Lope de Vega

 

¡La tarde se oscurecía
entre la una y las dos,
que, viendo que el Sol se muere,
se vistió de luto el sol. .
Tinieblas cubren los aires,
las piedras de dos en dos
se rompen unas con otras,
y el pecho del hombre no.
No cesan los serafines
de llorar con tal dolor
que los cielos y la tierra
conocen que muere Dios
cuando Cristo está en la cruz
diciendo al Padre: "Señor,
¿por qué me has desamparador¡
Ay Dios, qué tierna razón!
¿Qué sentiría su Madre
cuando tal palabra oyó
viendo que su hijo dice
que Dios le desamparó?
No lloréis, Virgen piadosa,
que, aunque se va vuestro amor,
antes que pasen tres días
volverá a verse con vos.
Pero como las entrañas
que nueve meses vivió,
verán que corta la muerte
fruto de tal bendición.
,¡Ay hijo! -la Virgen dice-:
¿Qué madre vio como yo
tantas espadas sangrientas
traspasar su corazón?
¿Dónde está vuestra hermosura?
¿Quién los ojos eclipsó
donde se miraba el ciclo
como de su mismo autor?
Partamos, dulce Jesús,
el cáliz de esta pasión,
que vos le bebéis de sangre
y yo de pena y dolor.
¿De qué me sirvió guardaros
de aquel rey que os persiguió,
si al fin os quitan la vida
vuestros enemigos hoy?..
Esto diciendo la Virgen,
Cristo el espíritu dio.
Alma, si no sois de píedra,
llorad, pues la culpa sois.