Vendrá tu hijo Señora

 

Fray Diego de Hojeda

 

¡Oh Virgen! Estarás entonces llena
de dolor grave, de tormento amargo,
de afán cercada, sumergida en pena,
y un punto juzgarás por tiempo largo;
si bien con fuerte pecho y faz serena
harás al Padre tu amoroso cargo,
pidiendo que a tu Hijo resucite,
y su gloria y tu amparo solicite.

Y cuando esté con más razón, Señora,
tu alma triste, oscuro tu aposento,
antecediendo al paso del aurora
el sol te nacerá de tu contento;
y con su luz, a quien el cielo adora,
herirá tu bel rostro macilento,
y llenará esta cuadra de mil rayos,
de rosas, flores, primaveras, mayos.

Vendrá tu Hijo de ángeles cercado,
y santas almas, en su luz ardiendo,
su cuerpo ceñirán resucitado
con regocijo alegre y dulce estruendo:
al Hijo que miraste ensangrentado,
le verás fuentes de placer vertiendo:
Dirate. -¡Oh Madre!- y tú dirasle: -¡Oh Hijo!-
Tú en él, y él en tu rostro el rostro fijo.