Letrilla de la huida a Egipto

 

Monseñor  Pedro María Casaldáliga

 

 

Calladamente solos, con la noche, 
guardando la Presencia 
perseguida de Dios.

La sombra del asnillo 
mide la luz del sol. 
Y el viento borra en la arena 
las huellas y las palmeras 
os van cogiendo la voz...

El Niño duerme. (¿No sabes 
que te persiguen, Señor? 
¿No sabes que nos estorbas...?) 
¡Tú, desvelada como una 
golondrina en la tormenta, 
Virgen, y tu Corazón 
como un niño perseguido 
entre tus brazos, con Dios!

Sólo quince primaveras 
te han recogido la flor, 
y ya eres Madre de un fruto 
de dolor. 
Madrecita de Belén 
¡qué pronto se atravesó 
en el gozo de tu vida 
la espada de Simeón!

...Peregrinos por la arena 
de nuestra desolación, 
calladamente solos, con la noche, 
la Madre y la Presencia 
perseguida de Dios...