A la Virgen del Cenáculo

 

Monseñor  Pedro María Casaldáliga

 

 

Tu voz estremecía su palabra
Y la densa ternura
de tu Maternidad
desbordaba las cuencas de sus ojos...

Tu Corazón velaba ardientemente
su pobre Corazón incomprendido.
Y el pulso de tu Sangre conducía
el Vino derramado de su Sangre...