La Coronación de María 

 

Pedro Díaz-Landa

 

 

 Quinto Misterio Glorioso

En ti el Profeta adivinó, María,
la cepa virgen de David más pura,
acendrando la vid de más dulzura
que el sol de Nazaret maduraría.

Te vislumbró en Belén y en la agonía...
Y, vestida de sol, a gran altura,
pariendo al Niño de la mano dura,
mientras Miguel a Satanás vencía...

¡Bendita tú, por darnos tu tesoro!
¡Por ser la causa de nuestra alegría!
¡Tú, torre de marfil! ¡Tú, casa de oro!

¡En fin, bendita tu inmortal persona
que en cuerpo y alma voló al Cielo un día
a recibir la celestial corona!