El milagro de Caná

 

Pedro Sergio Antonio Donoso 

 

 

Allá en Cana, ciudad de Galilea
Mi madre, su Hijos y sus amigos
A una boda fueron invitados
Comieron dátiles e higos 

Cantaron, rieron y danzaron
Felices estaban los novios
De todo conversaron
Comer bien era obvio 

Mucho eran los invitados
Todos le sonreían a Maria
Feliz estaba Jesús amado
La boda duraba varios días 

Entonces Maria preocupada
Que a la fiesta nada le faltara
Ayudaba entusiasmada
Que la fiesta se alegrara 

Entonces sucedió lo inesperado
El vino para la boda se terminó
Para la solución pensó en su amado
Para ella su hora comenzó 

Así fue como ella vino a su hijo
Y le dijo: «No tienen vino».
Con una sonrisa se lo dijo
Mirada de cariño a buen destino 

Jesús le respondió: «Mujer,
¿Por qué te metes en mis asuntos?
Con esto le hizo ver
Que su hora no estaba a punto 

Pero su madre dijo a los sirvientes:
«Hagan lo que él les diga».
Tomaron seis recipientes
De cien litros medida 

Jesús con agua los hizo llenar
Hasta el borde lo colmaron
Ellos no se hicieron esperar
Al mayordomo se lo llevaron 

Después del agua probar
Ya convertida en vino,
El mayordomo con buen paladar
Dijo del buen líquido un manjar 

El creía que el buen vino era primero
Y después de beber bastante era el peor
Su sorpresa fue por entero
El último vino era el mejor 

Esta señal milagrosa
Fue la primera de El
Así manifestó su gloria maravillosa
Y sus discípulos creyeron en él. 

Todo esto porque María
Nunca deja de preocuparse
Ella de noche y de día
Por todos ha de darse