Camino del Calvario

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Subió como una sombra que busca el sol luciente. 
Su cana cabellera y su andar vacilante 
Denotan las angustias que dolorosamente 
Su espíritu laceran, con su dardo punzante. 
 
Era la virgen madre que al Gólgota subía 
Para ver a su hijo que, cordero inocente, 
Angustiado y muriendo en su Padre aun confía 
Y a su madre vislumbra entre la ruda gente. 
 
Llorando silenciosa, con el rostro celado, 
Procura que su hijo tan cerca no la vea, 
Para no acrecentar el dolor, que el sagrado 
Redentor padecía de la humana ralea. 
 
Es la espada predicha desde el mismo momento 
En que el ángel de Dios le anunció tal prodigio, 
Y ella dio sin más dudas su fiel consentimiento 
A la recia llamada de Dios a su servicio. 
 
Y en la cruz infamante donde expira su hijo, 
Del madero colgado, envuelto en la neblina 
De sangre y carne amorfa, en atroz amasijo, 
Contempla muda al Cristo en su misión divina. 
 
Y hoy seguimos nosotros, los que tanto debemos 
Al lúgubre tormento que sufrió aquella madre, 
Recordando aterrados los momentos supremos 
Del calvario del hijo y el amor de su Padre.