Cobijo en María

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Vine al amparo de mi madre amada, 
Bajo su blando corazón de fuego 
Ardiente, cual volcán de amor, y luego 
Durmió en reposo mi alma sosegada. 
 
Volví a tener simplicidad de niño 
Y un nuevo corazón de humana carne; 
Que un beso de María vino a darme 
Un albo amor de nácar y de armiño. 
 
Amé de nuevo todas las virtudes 
Que informan el carácter de María 
Y al fin noté que mi alma dura y fría, 
En paz ya reposaba de inquietudes. 
 
A Cristo, en gratitud, con ufanía; 
Gallardo con los ángeles al coro 
Me acerco entre sus cánticos de oro 
¿Y quién nos lleva allí? Siempre María.