María Venerable

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

A la Virgen María venerable
Joven madre del Cristo encarnado
Dedicamos humildes poemas 
A su nombre precioso y sagrado.

Tu eres rosa que el aire perfuma 
Con empuje de viento vivaz,
Como el céfiro limpia la bruma, 
Al heraldo que anuncia la paz.

Eres madre del santo enviado 
Que es origen de vida, y autor;
La que dio su cariño y cuidado 
Desde niño al divino pastor.

Eres gloria del Cielo sublime,
Pura esencia de fruta en sazón,
Que a los hombres de penas redime 
Por aquel eminente varón.

Tú llevaste de Dios la semilla
En tu vientre con santa emoción,
Y en amor, aquel germen de arcilla 
Era el Cristo de la salvación.

Le seguiste cuando caminaban, 
Prodigándole tiernos cuidados,
Y los pobres que a ti se acercaban 
A sus pies fueron encaminados.

Con Jesús suelto ya de tus brazos
Dando ejemplo de vida y amor,
De tu hijo seguiste los pasos
Soportando su ingente dolor.

¡Junto a ti, excelente María!
Gloria damos a nuestro Señor;
Gloria al Cristo que con bizarría
Al humano libró del temor.
Eres joya del Creador del mundo,
Eres gloria del Cristo glorioso,
Eres madre del Cristo encarnado,
Y del hombre el bendito reposo.

Hay alguno que niega y difama
A tu fama, grandeza y albor, 
Pretendiendo que sufra tu fama, 
Ignorando tu excelso valor.

Eres madre feliz por que al Cristo 
Le seguiste a su trono de honor, 
Al que siempre tuviste provisto 
Con gran fe, esperanza, y amor.

Eres firme principio, y princesa, 
De su vida por siempre inmortal,
Y en Jesús se halla firme promesa,
Que potente nos libra del mal.

Tú revistes de paz al que canta 
De Jesús demandando la paz, 
Y tu mano amorosa levanta 
Al que acude a tu lado sagaz.

El que en Cristo con fe permanece, 
Con ejemplo constante y leal,
Y en amor reverente obedece,
Nunca falta su abrigo del mal.