María Luz

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Cuando a mi lado oscuro, luminosa llegaste
Entibiando tu luz mi triste alma helada,
Entré en un nuevo mundo en sublime balada,
De música divina con excelso contraste. 

Encendí mi lucerna en anhelo de luces,
En mi covacha oscura, en mi hondura velada, 
Sin salir del infierno en donde dormitaba, 
Sin zafarme del frío, y sufriendo mis cruces. 

Ahora absorbo tu halo y me apego sediento 
A la fuente de vida, donde están los manjares 
Sabrosos y abundantes, sin precio ni pesares, 
Con María en compaña y deleite sin cuento. 

Cuando contemplo ahora, la triste perdición 
De personas que amo de toda condición,
Yo me vuelvo a María y al radiante bastión 
Que es el Cristo divino, mi vida y bendición. 

Y en la divina lumbre, que alimenta en mi alma 
El calor amoroso, del anhelado nombre 
De María esplendorosa esperanza del hombre 
Su descanso y arrullo, su permanente calma.