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Santa
mujer
Rafael Ángel Marañón
Una mala mujer pudrió mi mente
Que una santa mujer
depuró luego;
Me trajo dulce paz, me dio sosiego
Y alzó de nuevo mi valor y frente.
Esquivo desde entonces a la gente
De labios y miradas que son fuego
De envidia, de rencor y desapego
En lengua de mefítica serpiente.
Tan solo de María, amor paciente,
Ha vuelto en dulce paz tanta locura
Y en mí ha regenerado la cordura.
Arroyo es apacible y esplendente;
Manando rumoroso la ventura
Que troca en alegría mi tristura.
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