No hay dolor como mi dolor

Rafael Ángel Marañón 

 


María que, en llanto de tormento
Se hunde en la oscuridad más plena,
Atormentada por la inmensa pena
En el monte derrama su lamento.

Sufre el Cristo, y su padecimiento
Llega más lejos que la cruel condena,
De la saña que la ignorancia ajena
La hunde en el mayor abatimiento.

Es atroz y severo el desconsuelo,
De la espada clavada en su costado,
Mirando solo al hijo, y siempre al Cielo.

Perece ante sus ojos el anhelo
De lograr a su pueblo liberado,
Y ve desvanecerse su desvelo.

Rafael Marañón 11. Febrero de 2011