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Espera de María
Rafael Ángel Marañón
Entre el brillo furtivo de la luna Y el silencio oneroso de la vela,
Una joven de rostro de aceituna Medita sin cesar, en centinela.
Esperando al Señor que en su tribuna, Que es el fulgor del Cielo,
y es candela, Desde donde, de Gracia, la fortuna Se cierne hacia
su faz de damisela.
Es María que se hace centinela, Al aguardo
de su Padre divino, Que dispone su vida y su destino.
La
Virgen cuya mente prende y vuela Tras el grande misterio adamantino.
Y ella es, la que lleva en sí el Camino.
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