Encuentro a María

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Yo te siento, María, en cada fibra 
De mi alma mi cuerpo y mi cerebro 
Te hallo en cualquier niño que hace un quiebro 
 Distraído en el juego con que vibra. 
 
Y te veo a través del firmamento 
Cuando azul reverbera en lontananza, 
O en la noche que entrega la bonanza 
Del sueño que renueva nuestro aliento. 
 
En la cima del pico que elevado, 
Manda el cristal que mana de la fuente, 
En el árbol grandioso e imponente, 
Y en el paisaje, frígido y nevado. 
 
Te siento cuando ya desesperado, 
Gimiendo porque siento un gran vacío, 
Contigo vuelvo echar fuera el hastío 
Y tú, María, me libras de cuidado. 
 
Me alegras con la suave voz del viento 
Cuando mima la fronda en la arboleda , 
Y te observo en la madre cuando leda 
Amamanta a su hijo y da alimento.   
 
En todo lo que veo te contemplo 
María paradigma de belleza 
Llena de gracia, espíritu y fineza, 
Madre del Cristo, y primigenio templo. 
 
No puedo madre, santa y generosa, 
Comparar lo que labra cada ente 
En mi cuerpo mi espíritu y mi mente 
Por ser tú, tan gentil y primorosa.