Nuestra Madre de las Angustias

 

Federico Acosta

 

El cadáver del Hijo descansa en su regazo 
y la Madre le abraza con el último abrazo 
mientras muere de pena; traspasada en dolor 
acarician sus manos el cuerpo ya inerte 
del cadáver de Cristo que, después de su muerte,
les dejó para todos un legado de amor. 

 

Y en la noche de luto, en la noche de duelo, 
de estrellas que se mueren sin brillos en el cielo, 
en la noche que ahoga con tinieblas la luz, 
su Madre la proclama la mujer zamorana 
que se ofrece en silencio con alma castellana 
como si fuera hermana de Quien murió en la Cruz. 


Y el dulce Nuestra Madre, es la oración sencilla 
que al trono de la Virgen le rezan en Castilla 
la noche del silencio, la noche del dolor. 
Y en medio de su angustia la Virgen afligida 
en el último abrazo del Hijo ya sin vida,
nuestro pueblo le ofrece una prueba de amor.