El canto de la doncella

 

Padre José Luis Martín Descalzo

 

 

Pero Desplegó el poder de su brazo y dispersó a los soberbios

Mas no os equivoquéis:
Dios es un padre, pero no un papanatas,
un corazón abierto, no un niño engatusable.
Dios juega a amar al hombre,
mas con El no se juega,
con El no hay nunca ases guardados en la manga,
ni trampas de trileros que se creen muy listos.

Ama hacerse pequeño
¿cómo podría amar a los que se hacen o se fingen grandes,
a los que van vestidos de falsas etiquetas,
dándole sombrerazos,
mientras el corazón les huele a rata muerta?
Le repugna los que llegan a El pisando
a sus hermanos,
llenándose las tripas del hambre de los otros.

Por eso contra éstos levantará su brazo
Y les dispersará en el polvo del polvo,
sin destruirles
porque ya lo están.