Tu nombre

 

Julio Martín

 

 

Pródigo en palabras,
el mundo se cobija al amparo de tu nombre,
señora de miradas y estrellas.
Tú levantas la mañana,
y con ella los pies y la alegría 
de nuestra esperanza.

Tú lavas nuestra cara con tu luz
y calientas nuestros ojos con la ternura de tus atenciones al mediodía:
pastores y pobres,
niños, madres, jóvenes...
todos buscamos el pan
en el horno ardiente de tu casa.
Tú acercas el vino a nuestros labios
y nos das un beso con tu aliento.

Luego, mientras madura la tarde,
tu imagen se multiplica en el paseo:
bullicio de romerías,
palomas, plegarias, campanas,
dulzaineros, ermitas, ofrendas...
¡El trigo llega a su sazón
y se hace harina y mesa en la merienda!
El río se detiene. Y, quieto en su mansedumbre, 
contempla con envidia el nuevo silencio.
Al fin, los gorriones cierran el día
pintando de rojo el ocaso con su disputa.
Y, en medio de tanta vida,
tú, María, tejes con tus agujas
una almohada de Lana 
para que duerman en tu sosiego
los afligidos del mundo
"en este valle de lágrimas"...

 

Fuente: ciudadredonda.org