Pequeñina y Galana

 

Hna. Mercedes Colubi Tovar

 

 

¡¡Ayer, Covadonga!!
La Cueva de la Señora, hondamente Virgen, hondamente Madre.

Llegamos peregrinos
y nos ofrece asiento la Santina.
Y nos muestra a Jesús en sus brazos.

“…Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.”

El oscuro camino de la cueva a la gruta
con chispitas de luz de ruegos peregrinos en las velas:
Era como su seno que, albergando al Espíritu,
daba paso a toda la humanidad.

Dolientes unos, con esas tres heridas que llevamos:
(“Nació con tres heridas, con tres heridas viene:
La de la vida. La del amor. La de la muerte”)
Y una gaita asturiana fundiendo con María
la alegría exultante de unos novios…

Claro que muchos besábamos la medalla.
No había otra forma material de hacerle llegar el beso
y un hijo necesita estar junto a su madre:
Decir, besar, pedir, soñar, reir, poner…

¡Acoger! A la Señora,
al Niño que nos muestra para el Camino, la Verdad, la Vida.
Como resucitándonos de nuestras tres heridas…

“Silencio”, avisaba un cartel.
Pero silencio lleno,
Como un clamor sonando entre montañas,
clamor humano de lágrima, sonrisa y esperanza.

“Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,…
Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre…”

Te pedí, te rogué como nunca…
Con los nombres concretos que Tú sabes.

Y me encontré sorprendida de mí misma,
disfrutando de Tí.

Sí, Madre.
Así de claro: Ayer disfruté de Ti, despacio, despacito…

Santina de Covadonga
no hay pintor que te pintara.
Pintarte el alma no puede
y a la oración le faltan y le sobran
palabras.