Más bella que los mismos querubines

 

San Epifanio

 

¿Qué podría decir yo y cómo podré
alabar las bienaventuranzas de la que es la raíz de la gloria?
Después de Dios, tú eres, oh María, superior al universo;
más bella que los mismos querubines, serafines
y todas las muchedumbres angélicas; 
en donde ni lengua terrena ni celestial,
ni angélica bastará nunca para cantar tus alabanzas.
Es verdad que los ángeles siempre te han ofrecido
el homenaje de sus himnos de alabanza; 
pero no han podido igualar tu dignidad.
Ellos eran felices de poseer a Dios en el cielo;
pero tú, oh Virgen Santísima, hecha mayor que ellos,
tú diste en la tierra a luz al Dios de los cielos,
llamando sobre la tierra al ejército angelical.
Y así te convertiste en la medianera del cielo y de la tierra,
el admirable anillo de su unión.
Oh Virgen bienaventurada, oh María,
paloma pura y esposa celestial, cielo,
templo y trono de la divinidad, que llevas contigo a Cristo,
sol resplandeciente en el cielo y en la tierra;
oh brillante nube que trajiste del cielo a Cristo
como fulgidísimo fulgor, a iluminar el mundo,
ilumina las tinieblas de nuestro intelecto.