¡Oh divina viviente obra maestra!

 

San Juan Damasceno

 

En ti se alegran, oh llena de gracia, 

las muchedumbres
de los ángeles y el género humano.
Oh templo santificado y paraíso espiritual,
gloria de las vírgenes;
gracias a ti Dios se encarnó 

haciéndose Niño, Él,
nuestro Dios antes de los siglos.
En efecto, de tu seno Él hizo un trono
y lo hizo más vasto que los cielos.
En ti, oh llena de gracias,
se alegra todo lo creado.
¡Gloria a ti, hija siempre Virgen,
que llevaste
al Creador en tus brazos
divinamente maternales!
Verdaderamente tú eres más preciosa que toda la creación,
porque sólo de ti el Creador recibió las primicias
de nuestra materia humana.
Su carne fue hecha de tu carne,
su sangre de tu sangre; Dios se alimentó 

con tu leche,
y tus labios tocaron los labios de Dios.
¡Oh mujer toda amable, tres veces bienaventurada!
"Bendita eres entre las mujeres y bendito 

es el fruto de tu vientre".
¡Oh Madre de Dios, Rey universal!
Divina y viva obra maestra,
en quien Dios Creador se complace,
cuyo espíritu es guiado por Dios y atento sólo a Él.
Por El tu viniste a la vida, por Él sirves a la salvación universal, para que por medio tuyo se cumpla el antiguo  designio de Dios, que es la encarnación del Verbo y nuestra divinización.
Oh consuelo nuestro, vivimos contigo, se nos permita seguirte;
en esto vemos nuestra felicidad porque como pueblo tuyo \te hemos sido donados por tu Hijo divino.
A ti consagramos mente, cuerpo, todos nosotros mismos; te honramos con salmos, himnos y cánticos
espirituales cuanto nos es posible, porque honrarte
como mereces nos es imposible.
¡De qué alegría, de qué bienes está lleno quien
tiene tu purísimo recuerdo! ¡Oh María!