A la Virgen de las Lágrimas

 

María Sánchez Fernández

 

 

Resplandece tu rostro en hermosura
surcado por las joyas de tu pena
que exhalando fragancias de azucena
forman mares de plácida dulzura.

Dulce tu soledad en la amargura
de sentirte vacía estando plena
de ese amor infinito que te llena
derramándose en ríos de ternura.

Fría tu soledad, frío el tormento
de tener unos brazos sin abrazo
y unos labios vacíos para el beso.

Frío llanto que dice el sufrimiento
de una madre sin niño en su regazo
que no siente las mieles de su peso.

Úbeda, 30 de abril de 2003