Esclava y Madre de Dios 

 

Teodoro H. Matín

 

 

Espejo del lago más puro, María. 
En él está Dios gozando de su propio rostro. 
El firmamento enjoyado de estrellas 
baja las luces y se arrodilla 
mirando y mirando 
la obra de las obras que Dios ha creado. 
La más bella de sus maravillas. 
La obra maestra 
salida de manos de la Trinidad.

Encarnación y Asunción. 
Camino de honduras, sendero de gloria. 
Cuanto más ahonda la raíz de esclava 
más son los frutos que llegan 
a las fronteras de la Trinidad. 
María, la dignidad más excelsa 
que se ha producido 
fuera del Reino de la Trinidad. 
La Virgen ha dado a Dios Madre, 
a los ángeles reina, y salvador 
a los hombres. 
Por ella Dios tiene Madre. 
Por ella Dios es Hijo del Hombre. 
En ella se anudan el ser creado
y el increado.

¡Oh Dios! La creaste sólo pata ti.
Paraíso aparte. 
Frente al universo otro universo. 
Frente al imperio otro imperio. 
Frente al orden de los astros el orden nuevo 
del corazón. Cielos nuevos y tierra nueva. 
Tú la preparaste, la santificas 
para ser Madre del Hijo-Dios. 
Desprendida de toda mundanería
vuela María hasta el borde de la Divinidad.
Bienaventurada en tu pobreza,
revestida por eso de tanta grandeza.
¡Oh Dios!
Tuyo es el Hijo, eternamente nacido.
Completamente tuyo.
Y suyo de ella totalmente
por nuevo nacimiento.
¿Un lazo de unión Padre-Hijo en el cielo,
el Espíritu.
Lazo también el Espíritu
entre el Padre y la Madre.
Los tres nos dieron a todos
el Hijo en la tierra.
¡Esclava y Madre de Dios!
Bajas muy bajo, subes muy alto,
Criatura del Creador y Señora de la creación.
Llévanos con los Tres cuando el carro de Elías
nos venga a buscar.
Porque tú eres más que la gracia y la gloria,
más que el orden supremo y las jerarquías.
Compartimos con el Verbo nuestra naturaleza,
que tiene en él subsistencia, persona divina.
Unión la más honda, la más ata, la más ancha.
Unión hipostática, dicen, que nos diviniza.
Como dijo el profeta y Cristo recuerda:
“Sois dioses”.
¡Gracias a Ti, Esclava y Madre de Dios!