Las Glorias de María

María socorre a sus devotos en el purgatorio

 

San Alfonso María de Ligorio

 

Muy felices son los devotos de nuestra piadosa Madre, pues no sólo son socorridos por ella en la tierra, sino que también los asiste y consuela con su protección en el purgatorio. Y necesitando tanto más alivio cuanto más padecen, sin poder valerse por sí mismos, mucho más se empeña en socorrerlas esta Madre misericordiosa. Dice san Bernardino de Siena que, en aquella cárcel de unas almas que son esposas de Jesucristo, María tiene como un cierto dominio y plenos poderes tanto para aliviar como para liberar de aquellas penas.
En cuanto a aliviar, dice el mismo santo comentando las palabras del Eclesiástico: "Me paseé sobre las olas del mar" (Ecclo 24,8): "Es decir, visitando y socorriendo en las necesidades y en los tormentos de mis devotos que son mis hijos". Dice el mismo santo que las penas del purgatorio son llamadas olas porque son transitorias, a diferencia de las del infierno que no pasan jamás. Y se llaman olas del mar, porque son penas muy amargas. Afligidos por estas penas, los devotos de María se ven constantemente visitados y socorridos por ella. Ved cuánto importa, dice Novarino, ser devoto de esta Señora tan buena, pues ella no sabe olvidarse de ellos cuando padecen en aquellas llamas. Y si María socorre a todas las almas del purgatorio, sin embargo sus mayores indulgencias y cuidados son para las que le son más devotas.
Reveló la Virgen María a santa Brígida lo siguiente: "Yo soy la Madre de todas las almas que estén en el purgatorio, y todas las penas que tienen que purgar por las faltas cometidas, constantemente son aliviadas y mitigadas por mis plegarias". Y no se desdeña esta piadosa Madre a las veces, hasta de hacerse presente en aquella santa prisión para visitar y consolar a sus hijas afligidas. "Yo me paseé por lo hondo del abismo" (Ecclo 24,5). A lo que hace san Buenaventura este comentario: "Abismo, es decir, el purgatorio, por el que se pasea María para aliviar con su presencia, ayudando a las almas santas". Dice san Vicente Ferrer: "¡Cuán buena se manifiesta María con los que están en el purgatorio, ya que por ella obtienen continuos refrigerios!"
Qué otra, sino María es su consoladora en medio de aquellas penas, y quién su socorro, sino esta Madre de misericordia? Santa Brígida oyó que Jesús decía a su Madre: "Tú eres mi Madre, tú la Madre misericordiosa, tú la consoladora de los que están en el purgatorio". Y la misma Virgen dijo a santa Brígida que como un enfermo, afligido y abandonado en su lecho, se siente reconfortado con cualquier palabra de consuelo, así aquellas almas se sienten aliviadas con solo oír su nombre. El solo nombre de María, nombre de esperanza y de salvación es el que constantemente invocan en aquella cárcel sus hijas queridas, siéndoles de gran consuelo. Y después, dice Novarino, la Madre amorosa, sintiéndose invocar por ellas, las une a sus plegarias ante Dios, con lo que socorre a aquellas almas, y así quedan como refrigeradas de sus grandes ardores, con celestial lluvia.
Pero María no solo consuela y socorre a sus devotos en el purgatorio, sino que también rompe sus cadenas y los libra con su intercesión. Desde el día de su gloriosa Asunción, en el que se cree que quedó vacía la cárcel del purgatorio, como dice Gersón y confirma Novarino, diciendo basarse en graves autores, día en que María al entrar en el paraíso, pidió a su Hijo poder llevar consigo todas las almas que estaban en el purgatorio, desde entonces, dice Gersón, María tiene el privilegio de librar a todos sus devotos, de aquellas penas. Y esto lo afirma sin titubeos san Bernardino de Siena, diciendo que la Santísima Virgen tiene la facultad, con sus ruegos y con la aplicación de sus méritos, de librar las almas del purgatorio y principalmente las de sus más devotos. Lo mismo dice Novarino, opinando que por los méritos de María, no solo se tornan más llevaderas las penas de aquellas almas, sino también más breves, abreviándose por su intercesión el tiempo de su purgatorio. Para lo cual, basta que ella lo pida.
Refiere san Pedro Damiano que una señora llamada Mazoria, ya difunta, se apareció a una comadre y le dijo que en el día de la Asunción ella había sido librada del purgatorio con un número de almas que superaban a la población de Roma. San Dionisio Cartujano afirma que lo mismo sucede en la festividad de la Navidad y de la Resurrección de Jesucristo, diciendo que en esas fiestas, María se presenta en el purgatorio acompañada de legiones de ángeles y que libra de aquellas penas a multitud de almas. Novarino dice que esto sucede igualmente en todas las fiestas solemnes de María.
Muy conocida es la promesa que María hizo al Papa Juan XXII, al que, apareciéndose le ordenó que hiciera saber a cuantos llevasen el santo escapulario del Carmen que, en el sabado siguiente a su muerte, serían librados del purgatorio. El mismo Papa, como refiere el P. Crasset, lo declaró en la bula que publicó y que luego fue confirmada por Alejandro V, Clemente VII, Pío V, Gregorio XII y Pablo V, el cual, en una bula de 1612 declara: "El pueblo cristiano puede piadosamente creer que la Santísima Virgen ayudará con su continua intercesión, y con sus méritos y protección especial, después de la muerte, y principalmente en el día de sábado -consagrado por la Iglesia a la misma Virgen María- a las almas de los hermanos de la Cofradía de Santa María del monte Carmelo, que hayan salido de este mundo en gracia, y hayan llevado su escapulario, observando castidad según su estado, y hayan rezado el Oficio Parvo de la Virgen, y si no han podido recitarlo, habiendo observado los ayunos de la Iglesia". Y en el Oficio Solemne de Santa María del Carmen se lee que se ha de creer piadosamente, que la Santísima Virgen consuela con amor de Madre a los cofrades del Carmen en el purgatorio, y con su intercesión los lleva pronto a la patria celestial.
Y ¿por qué no vamos a esperar también las mismas gracias y favores si somos devotos de esta buena Madre? Y si le servimos con muy especial amor ¿por qué no hemos de esperar también la gracia de que, al morir, entremos al instante en el paraíso sin pasar por el purgatorio? Esto es lo que la Santísima Virgen María mandó decir al B. Godofredo por medio de fray Abundio, con estas palabras: "Di a fray Godofredo que progrese en la virtud, que así será de mi Hijo y mío; y cuando su alma parta de su cuerpo, no dejaré que vaya al purgatorio, sino que la tomaré y la ofreceré a mi Hijo".
Y si queremos aliviar a las benditas almas del purgatorio, procuremos rogar por ellas a la Santísima Virgen, aplicando por ellas de modo especial el Santo Rosario que les servirá de gran alivio.