¡Que no se nos pase!

 

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

Una enfermedad propia de los humanos es el olvidarse, de ahí que intente resarcir ese olvido con la celebración de algo importante, o al menos recordarlo una vez al año, hasta que viene fechas claves como son las bodas de plata, de oro, etc. El centenario.

Con motivo de la celebración de estas efemérides lo que se intenta es actualizar el pensamiento o la obra de personas importantes.

Siguiendo el cómputo de la cronología actual, sabemos que por ahora se cumplen los dos mil años del nacimiento de María, no sabemos la fecha exacta, ni el día, ni el mes, ni el año.

Los datos que poseemos están en los apócrifos, pues, el Evangelio n nos dice nada. Sabemos que las mujeres judías se desposaban a los 15 años, a los 16 pudo muy bien maría dar a luz al Redentor, ésta es la edad que nos designa el protoevangelio de Santiago.

Lo que nos interesa sabe no es la fecha exacta, sino el acontecimiento, que tuvo lugar, por lo que esto supone de proximidad para la Redención.

Con el nacimiento de María:

o       Se nos abre la puerta de nuestra Redención, por Ella ha de pasar Cristo.

o       Se ha preparado el sagrario viviente que va a albergar por 9 meses a Jesús Redentor.

o       Es la reaparición de la nueva criatura, como la primera que había salido de las manos de Dios.

o       Es el inicio de la reforma del hombre viejo, fruto del pecado.

o       Es la construcción del “Santo de los santos” a donde sólo iba a tener acceso Jesús.

El recuerdo del nacimiento de María nos lleva indefectiblemente a la proximidad del cumplimiento de las promesas de salvación.

          Por el papel tan importante que María tuvo en la obra de nuestra redención ¡que no se nos pase este aniversario del nacimiento de nuestra Madre!.