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Reflexiones
Marianas
Libro:
"Amigos de Dios
San
Josemaría Escrivá de Balaguer
Madre de Dios, Madre nuestra
Quizá
ahora alguno de vosotros puede pensar que la jornada ordinaria, el habitual
ir y venir de nuestra vida, no se presta mucho a mantener el corazón en una
criatura tan pura como Nuestra Señora. Yo os invitaría a reflexionar un
poco. ¿Qué buscamos siempre, aun sin especial atención, en todo lo que
hacemos? Cuando nos mueve el amor de Dios y trabajamos con rectitud de
intención, buscamos lo bueno, lo limpio, lo que trae paz a la conciencia y
felicidad al alma. ¿Que no nos faltan las equivocaciones? Sí; pero
precisamente, reconocer esos errores, es descubrir con mayor claridad que
nuestra meta es ésa: una felicidad no pasajera, sino honda, serena, humana
y sobrenatural.
Una criatura existe que logró en esta tierra esa felicidad, porque es la
obra maestra de Dios: Nuestra Madre Santísima, María. Ella vive y nos
protege; está junto al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, en cuerpo y
alma. Es la misma que nació en Palestina, que se entregó al Señor desde
niña, que recibió el anuncio del Arcángel Gabriel, que dio a luz a
Nuestro Salvador, que estuvo junto a El al pie de la Cruz.
En Ella adquieren realidad todos los ideales; pero no debemos concluir que
su sublimidad y grandeza nos la presentan inaccesible y distante. Es la
llena de gracia, la suma de todas las perfecciones: y es Madre. Con su poder
delante de Dios, nos alcanzará lo que le pedimos; como Madre quiere concedérnoslo.
Y también como Madre entiende y comprende nuestras flaquezas, alienta,
excusa, facilita el camino, tiene siempre preparado el remedio, aun cuando
parezca que ya nada es posible.
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