María,
la primera
Padre Tomás Rodríguez Carbajo
María,
la Primera para Dios:
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Redimida por previsión a
los méritos de Cristo.
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Habitada por la Trinidad
desde el primer instante de su ser.
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En santidad, “Llena de
gracia”.
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Dios la quiere a Ella sola más
que al universo entero (Pío IX).
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En el honor que le ha
concedido al elegirla para que fuera su Madre.
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Al estar en cuerpo
y alma en los cielos, no permitiendo la corrupción de su cuerpo.
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Estivo desde siempre y a
perpetuidad en enemistad con el demonio.
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Al ser Medianera de todas
las gracias, que Dios nos dispensa por Jesucristo.
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Al ser corredentora con Jesús,
Nuestro Salvador.
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María,
la Primera entre todos los hombres.
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Ella lo había profetizado:
“Bienaventurada me llamarán todas las generaciones...”.
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Todos la aclamamos como
Madre, Reina y Señora.
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Nadie
queda excluido de su influencia amorosa: El niño, el joven, el adulto.
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Reiteradamente le invocamos:
“Bendita, Tu, entre las mujeres”.
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A ella sola la aplazamos
todos los días para el momento de nuestra muerte.
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Es la más digna
representante de la raza humana.
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Es la primera cristiana.
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Le tributamos un culto que
sobresale entre todos los santos.
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