El
misterio de María
Padre Tomás Rodríguez Carbajo
Todo
lo que dice relación a Dios está impregnado de misterio, de realidad
incomprensible. María está cerca, está dentro, está llena de Dios y por
lo tanto de misterio.
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Dios la eligió
como Madre y ella lo albergó en su seno.
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Tiene un solo Hijo
y al mismo tiempo es Madre de todos los hombres.
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Su dignidad no le
hace olvidar las necesidades perentorias de los que le rodean.
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Es la mujer
esperada durante tantos siglos en el pueblo de Israel y no publica a nadie
su llegada.
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Carece de medios
materiales y posee la riqueza del cielo.
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No desdeña
obedecer las leyes humanas, quien tiene autoridad moral sobre quien dictó
las leyes naturales.
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Se vacía de Sí
misma, para llenarse de Dios.
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Junta en Sí al
mismo tiempo la virginidad y la maternidad.
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Coopera en la
salvación de las personas, que es al mismo tiempo la primera redimida.
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Muere de amor y
alcanza ser Reina de los mártires.
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Une en su persona
la sencillez de una madre y la excelencia de una Reina.
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Su aprecio y
estima no está puesta en los aderezos, sino en el cultivo del amor de Dios
en su corazón.
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Siempre estuvo
atenta a los deseos de la voluntad de Dios sin que se lo impidiera el trajín
del mundo.
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En su corazón no
se guardaba como en caja fuerte lo que iba aprendiendo de Dio, sino que lo
difundía como aroma, que no se puede contener.
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Era sumisa a su
marido y estaba siempre complaciente con lo que pedía Dios.
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Los vínculos de
la sangre no son más acreditativos ante su Hijo que su fidelidad a la
Palabra de Dios.
Nosotros
aceptamos el misterio de María, todo comenzó en Dios, que quiso nacer de
una mujer.
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