Los ojos de María

 

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

 

Hemos oído muchas veces que los ojos son el espejo del alma. ¡Cuanto se puede leer en unos ojos! No sólo se reflejan anomalías físicas, sino también espirituales. De ahí que por la manera de mirar se trasluzcan sentimientos:

"     De admiración, cuando se extasían contemplando lo que Dios a creado.

"    De desesperación ante un fracaso o desilusión.

El alma de María siempre estuvo limpia, pura, de ahí que su mirada tenía que detectar siempre su situación especial.

Durante muchos años contemplaron sus ojos al Jesús físico

María con sus ojos penetró en la intimidad del Señor.

Supo leer en la práctica aquellas lecciones que después El daría a los que le seguirían: humildad, paciencia, etc...

Cuántas veces se quedaría ensimismada al tener al Niño Dios en sus brazos!.

Qué de cosas le diría!.

Sus ojos se llenarían de lágrimas unas veces como fruto de una emoción al enterarse de tantas cosas como oía de Él a los pastores, a Simeón, etc..., otras veces como fruto de los sufrimientos  que por nosotros padeció Jesús:

Al enterarse de la sentencia de muerte, al acompañarle camino del Calvario, al estar junto a Jesús en la cruz, al contemplarlo ya cadáver.

No faltaron las lágrimas de alegría, cuando felizmente vio remediado el bochorno de los recién casados en Caná y sobre todo cuando en la mañana de Pascua se le aparece como primicia Cristo resucitado.

Muchas veces se cerraron aquellos ojos para disfrutar de la presencia de Dios en su alma, Ella la llena de gracia.

Sus ojos de mirada clara y firme nunca mancharon a nadie; no intimidaron, sino que dieron siempre tranquilidad y sosiego a todos a quienes miraron; nunca entristecieron a nadie, sino alegría.

A todos mira María con amor y de manera especial a aquellos que avergonzados acuden a Ella, que como se parece mucho a su Hijo, los mira a todos con ojos misericordiosos.