Vida pública
Padre Antonio
Rivero, L.C.
(Lc
1,39-56 y Jn 2,1-12)
Llegó
el tremendo día en que su Hijo tuvo que abandonarla para irse al
Apostolado. Fue tal vez una tarde, en la sobremesa: "Madre, mañana
salgo a mi apostolado; dame tu bendición".
- Ya me lo esperaba, Hijo, desde hace tiempo.
Madre
e Hijo se abrazaron efusivamente. María derramó furtivas lágrimas que
cayeron sobre la túnica de su Hijo.
Volvió
a entender que ese Hijo no era suyo, no era para ella.
Sí,
le había dado a luz, le había educado y formado...pero no era para ella,
sino para el Padre Celestial y para esta humanidad doliente y tan necesitada
de un Redentor. La espada se metía un poco más en su corazón.
Y
María se desprendió con mucho dolor de este fruto de su seno.
Fue
una escena dura, sin duda alguna...como cuando nosotros nos despedimos de
nuestros papás para venir al Noviciado y seguir la voz de Cristo. Marcharse
de casa, donde uno ha experimentado el cariño, la solicitud, el amor, el
calor de los papás...donde uno se educó, se formó, vivió intensos
momentos con sus seres queridos...donde uno vio a su padre desvivirse por
uno...donde vio a su madre sufrir y gozar... ¡es duro, muy duro!
María
experimentó todo esto. Y Ella en grado superlativo, porque, ¡qué hijo
perdía una vez más!
No
sólo comenzó la vida pública para su Hijo. También Ella tuvo su vida pública.
Ella podía haber tenido la tentación de encerrarse en su propia
existencia, tan rica, tan pura...Pero rechazó
la tentación. Ella
quiso ponerse en contacto con los vecinos, comprenderles,
estimarles, prestarles sus servicios. El hecho de haber sido invitada a las
bodas de Caná y haber aceptado la invitación, es una prueba de su vida
ordinaria de sociedad.
El
Evangelio nos cuenta dos escenas donde María sale de su quieto rincón de
Nazaret y realiza su apostolado: con su prima y en Caná.
¿Con
qué salió al apostolado? ¿Qué llevó al apostolado? ¿Cómo vivió su
apostolado?
A
nosotros, de ordinario, nos gusta llevar cantidad de material para el
apostolado: apuntes, discos...Y no está mal. Es señal de que hemos
trabajado durante los años de formación.
¿Cómo
la vive Ella
, María?
(a)
Transmitiendo a Cristo
María,
la primera evangelizadora del cristianismo. Allá va a evangelizar a su
prima, a llevarle la buena nueva, la alegría de la salvación.
El
apostolado es eso: Llevar a Cristo. Inyectar a los demás la vivencia de ese
Dios que bulle dentro, que amenaza por salirse del corazón.
El
encuentro con su prima es muy revelador. Sintió la necesidad de correr y
hacer partícipe a alguien de ese Dios que tenía dentro. Por eso fue de
prisa. El apostolado es eso: repartir de prisa a Cristo a esos hombres que
viven sin él, que necesitan de él.
Enséñame
a repartir tu fe entre los hermanos
de
prisa, porque se hunden las almas
y
la mies es mucha y los operarios pocos.
Nos
urge esto debido a la fuerza de las sectas que están invadiendo nuestro
mundo, nos están robando adeptos con su proselitismo. ¿Por qué se pasan a
las sectas? Los hombres sienten un gran vacío en su existencia, están
insatisfechos y van buscando soluciones a sus problemas en el supermercado
de las sectas. Tal vez nadie les predica sobre Cristo, nadie les lleva esa
buena nueva. Porque en cuanto se les lleva a Cristo, como hizo María con su
prima, tiene que saltar de gozo esa fe en mi interior, como saltó Juan en
el seno de Isabel.
N.P.
está muy preocupado con este problema, porque muchas sectas están metiéndose
en América Latina haciendo estragos en el alma sencilla de la gente.
¡Es
grande el desafío que tenemos! Llevar a Cristo. Reafirmar la fe de los católicos.
¿Nos arde por dentro el ansia de transmitir a Cristo?
Aquí
se inserta nuestro trabajo en catequesis y en el club. Dar a Cristo.
Dar a Cristo siempre: en la calle, en las charlas, en los encuentros
con los jóvenes.
María
llevó a Isabel la alegría de Dios.
Isabel,
tal vez un poco triste, como triste estaban todas las mujeres de ese tiempo
que no tenían la gracia de ser madres y no estaban rodeadas de gritos de júbilos
de niños. María feliz y contenta va a llenar de ese don del espíritu, el
gozo, toda la casa y sobre todo el corazón de esa pobre mujer.
Llenó
a Isabel del espíritu que María llevaba dentro a toneladas. En esto
consiste el apostolado en llevar a Dios a los demás, a Dios que es alegría,
que es gozo, que es fuerza para sobrellevar las dificultades.
Aplicación
¿Cuánto
Cristo tenemos dentro? ¿Es suficiente primero para contrarrestar el peso de
este mundo y no nos arrastre?
¿Cuánto
Cristo he almacenado en mis años de formación? Lo único que debo
transmitir y dar en mi apostolado es mi potencial espiritual acumulado
durante estos años de formación.
(b)
Lo vive con grandísima humildad
Ella,
la reina de los apóstoles, vive en el anonimato, sigue a Jesús de
puntillas, no quiso hacer sombra a su Hijo, para que sea Él quien
sobresalga y brille y no lastimar así su ministerio absorbente y exclusivo.
¡Cuántas
veces se habrá dicho Ella en su interior: "Conviene que Él crezca
y yo mengüe"!
Ya
lo creo que tenía inmensos deseos de seguir de cerca la predicación de su
Hijo. Hubiera estado incluso en sus derechos de madre el visitarle varias
veces, ver qué hacía, oír qué decía. ¡Era su madre!
Pero
Ella era consciente de que podía interferir en esa tarea absorbente y
exclusiva de su Hijo, dedicado totalmente a la predicación del mensaje. No
quería restarle energías. Los lazos humanos, si son lazos, queramos o no,
nos atan un poco. Y al atarnos nos impiden la libertad de movimientos.
Creo
que aquí se encuentra el fundamento de nuestras normas sobre el trato con
la familia. No
es desprecio hacia nuestros seres queridos, a quienes tanto
debemos porque nos han traído al mundo, han cuidado de nosotros, nos han
vestido, nos ha dado de comer, han sufrido tanto por nosotros. No es
desprecio. Lo único que hemos hecho es poner en las manos de Dios las
intenciones de nuestra familia para que Él cuide de ella...y de esta manera
podernos dedicar con más libertad interior a esa "misión
exclusiva, inalterable, justísima y absorbente" (PyN 10) que Dios
nos ha encomendado.
Aplicación
Si
estoy ya en apostolado, ¿cómo lo vivo? ¿Soy humilde instrumento de Dios y
no estorbo la acción de Dios en las almas? ¿O soy de los que creo que soy
yo quien está convirtiendo, ayudando, iluminando a los hombres?
Amaré,
Señor, a mi prójimo en la humildad,
porque
la humildad es tu rostro;
porque
la has elegido como la piedrecilla de David
para
derribar la mole de Goliat;
porque
fue tu compañera
desde
Nazaret hasta la cruz...
Si
no somos humildes Dios nos resistirá, nos hará infecundos en el
apostolado, nos hará probar el polvo de la ineficacia apostólica.
"El
arco de los poderosos se ha quebrado
y
los suaves tienen la fuerza del cinturón
Porque
Tú, Señor,
has
ungido de humildad y dulzura tu evangelio
por
eso se acercan a aprenderlo los heridos
en
todos los frentes de la vida.
En
la catequesis, ¿me creo yo el agente principal de evangelización, o soy nítido
portavoz de Cristo, sin que las ondas egocéntricas estropeen la emisión
del mensaje de salvación?
Cíñeme,
Señor, con tu dulzura
que
ella será mi fortaleza inexpugnable.
Dulzura
de mi corazón para asemejarme al tuyo,
altar
de dulzura.
Dulzura
de mis labios para que tu palabra
llegue
virgen, transparente al alma de mis hermanos.
Dulzura
de mis pensamientos
como
Job en medio de su dolor.
(c)
Lo vive con un corazón lleno de caridad
María
sale al apostolado con un corazón lleno de amor y caridad. Hace de Buen
Samaritano.
Esa
caridad le hizo remediar en Caná esa situación bochornosa.
La
caridad tiene ojos para ver esos sufrimientos y miserias humanas, ese dolor
profundo en que están sumergidos los hombres. Se trata de ver a Jesús
sufrir en los miembros de su cuerpo místico. ¡Llevar unos ojos bien
abiertos, no para mancharlos, sino para ver la miseria de los hombres! ¡Quitarnos
esa venda del egoísmo que nos hace pasar de largo y no socorrer al prójimo!
La
caridad tiene corazón para compadecerse, como el buen samaritano, que se
enterneció de ese pobre hombre caído. Se trata de compadecerse de ese Jesús
de carne y hueso que muchos hombres han tirado y profanado al borde del
camino. ¡Qué corazón no debe tener el sacerdote, donde deben albergarse
todos los marginados de la sociedad!
La caridad tiene
manos para servir al prójimo en sus necesidades espirituales y materiales;
manos para vestir esa desnudez interior en la que están los hombres.
Conclusión
Saldremos
al apostolado. Llevemos a Cristo en el corazón. Y prediquémosle con ilusión
a los hombres, como María.
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