La Santísima Virgen

Las glorias de María

Padre Antonio Rivero, L.C.


1. El haber nacido Inmaculada: gloria y privilegio de María, no por Ella, sino porque sería la Madre del tres veces santo. El amor de Dios se había posesionado de todo el ser de María. El alma de María era de Dios. Con María venía la aurora de una nueva era. Su pureza era el homenaje que ofrecía a Dios por haberle dado tanto amor. Y Dios, a su vez, le devolvía paz y armonía. 

2. El ser Esposa del E.S.: al consagrarse como virgen, se desposa con Dios E.S. No pierde su encanto, su belleza; al contrario, es Dios mismo quien se enamora de la Virgen, toda limpia, y le hace experimentar toda su ternura divina. María experimentaba, como esposa del E.S., todas las dulzuras de Dios, en forma de paz interior, de serenidad y tranquilidad. Su virginidad no era motivo de frialdad en su amor, sino manantial de ternura, siempre presto a difundirse. 

3. El ser Madre de Dios, engendradora del Hijo de Dios, educadora y formadora. Porque una madre no sólo da a luz; ella debe ser la forjadora del carácter y de los sentimientos del hijo. 

4. El ser Corredentora con su Hijo en la cruz: qué honor!

5. El ser Mediadora de todas las gracias o Acueducto: así la definió primero san Bernardo, el gran devoto de la Virgen, y que san Luis María Grignon de Montfort confirmó en su hermoso librito "Verdadera devoción".

6. El ser Reina de cielos y tierra: cuántas veces cuesta un poco pedir las cosas directamente al rey; uno prefiere hacerlo a través de la reina, que es más asequible, más amable, no impone tanto.