Nuestra Señora de todos los días

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

A veces hay reinados efímeros, suele estar la duración en proporción directa con el valor de aquello sobre lo cual se ejerce su dominio. 

¡Qué poco dura el reinado de una “Mis Universo”!  ¡Qué pocos años el de aquellos que lo han heredado, como las pocas monarquías que se resisten a desaparecer!.

Sólo es duradero el reinado de Cristo, ya que no tiene fin, comienza aquí en la tierra y durará por toda la eternidad. Los primeros cristianos gustaban de llamar a Jesús el “Señor”, ya que con el triunfo de la resurrección había establecido un reinado en el que había vencido al pecado y a la misma muerte, por eso su duración no tiene fin.

A María nos gusta llamarla “Nuestra Señora”, este título le viene como anillo al dedo, pues, es la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, con quien estuvo íntimamente unida en su vida no sólo por los vínculos de la sangre, sino sobre todo por el gran vínculo del amor. Ella no conoció en su corazón otro amor más que el de Dios, pues, estaba “llena de gracia”, nunca estuvo sometida al dominio de Satanás, ni siquiera cuando vino a este mundo, como nos lo atestigua el dogma de la Inmaculada Concepción.

La unión íntima que mantuvo con Nuestro Señor Jesucristo durante toda su vida terrena y que perdura en el cielo por toda la eternidad, nos hace a nosotros reconocerla como “Nuestra Señora”.

María es Nuestra Señora no sólo en un efímero reinado temporal, sino que su protección amorosa que abarca todos nuestros días terrenos, se prolongará en el cielo por toda la eternidad, por eso es Nuestra Señora de todos los días.

Esta realidad es reconocida por nosotros sus hijos y se lo demostramos con los días que dedicamos a su culto y servicio de manera especial. Todo el calendario está plagado de fiestas en honor de María en la advocación más diferentes que nos podamos imaginar. No hay realidad humana que no haga escolta al nombre tan querido de María, por ejemplo:

"     Nuestra  Señora de la Vega, nuestra Señora de la Cueva.

"    Nuestra Señora de la Peña, Nuestra Señora del Agua.

"     Nuestra Señora del Águila, Nuestra Señora de la Langosta. 

"    Nuestra Señora de la Rosa, Nuestra Señora de la Zarza.

"   Nuestra Señora del Monte Santo, Nuestra Señora del Campo.

"    Nuestra Señora de los Libros, Nuestra Señora del Buen Reposo.

etc....

Aparte de las fiestas individuales, le dedicamos un día de la semana, el sábado, para pasar de su mano a la fiesta de la pascua del domingo. Esta fecha fija nos hace tenerla más presente, ya que no tiene un carácter individual o local, sino colectivo y eclesial.

Siempre nos parece poco el amor a la madre, por eso algunos meses están íntegros dedicados a su honor: Mayo, Octubre, y por si quedase algún resquicio sin hacer referencia a Nuestra Señora, alguna vez el pueblo fiel guiado por la autoridad competente le dedica un año íntegro, un Año Mariano para conmemorar un gran acontecimiento, por ejemplo, el Año Mariano de 1.954, primer centenario  de la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción, el último Año Mariano (1987-88) para entrar de la mano de María en el año 2.000.

A María la tenemos presente en nuestra vida todos los días, todas las  semanas, todos los meses. Ella está presente constantemente en la vida de los fieles no con el peso del miedo o del temor, sino con la alegría de que María es Nuestra Madre, Nuestra Ama, Nuestra Señora.