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María no estorbo a la acción de Dios
Padre Tomás Rodríguez Carbajo
El
estorbo es ese impedimento que a veces nos sale a nuestra vida ordinaria y
obstaculiza la buena marcha.
Los
estorbos no tiene como misión impedir algo, sino poner dificultades para
poder llevar a cabo una realización.
En
nuestra vida espiritual encontramos muchos estorbos, obstáculos, que nos
dificultan el avanzar lo que nos habíamos propuesto. A veces nos viene por
nuestra manera de pensar y actuar, que no se acomodan a lo que Jesús pide a
sus discípulos. La obra espiritual se lleva a cabo por la acción de dios
en nosotros y nuestro adelantamiento será más grande cuanto menos
obstaculicemos la acción de Dios en nosotros. se lo recordaba Santa
Teresita del Niño Jesús a una novicia: “Para ser santa más que hacer
cosas, consiste en no estorbar en nosotros la acción de Dios”.
Refleja la advertencia de San Pablo: “No entristezcáis al Espíritu
que habita en vosotros”.
María
es modelo de progreso en la vida espiritual, Ella no puso trabas ni
condiciones a la acción de Dios dentro de Ella. Conocida la voluntad
de Dios, su respuesta fue: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc.
1,38). Se puso totalmente en las manos de Dios, se confió íntegramente al
Señor, puso toda su vida al servicio de Dios.
No
dijo “haré”, pues, esto podía
estar después condicionado distintos vaivenes, dijo “Hágase”, se dejó
hacer, aceptó todo lo que a Dios le agradaba, sin ninguna condición, sin
ningún “pero”, sin estorbo, por pequeño que éste fuera.
María
no haría nada por su cuenta, dejaría actuar libremente a la acción de
Dios, su postura era la de no estorbar, la de no frenar el impulso
santificador de Dios en su interior, por eso su adelantamiento en la vida
espiritual sería incontrolado por medición humana y sólo conocido por el
baremo de Dios.
¡Qué
obsesión tenemos muchas veces por hacer! Y la Escritura nos dice: “Ni el
que planta, ni el que riega, el que da el incremento es Dios”.
En
el silencio se gestan las grandes obras, no hay que cacarearlas, sino
vivirlas en el interior de cada persona, a veces al sacarlas a la pública
luz, se estropean; por eso María guardaba todo en su corazón, el gran
mensaje a nadie lo comunicó, para que no se diera golpe la gran sencillez
de dios con la aparente valía de la criatura, pues, Dios eligió para su
Madre a quien no estorbaría para nada sus planes de acción.
Con
el “Hágase” de María, Dios podía llevar a realización plena todos
sus planes en los que María colaboraría, pero nunca estorbaría.
Los
estorbos que ponemos las personas a las acciones de otros muchas veces
vienen dados por nuestra comodidad, por nuestro intereses...,
en una palabra, por nuestro egoísmo. Esto nunca se encuentra en el
actuar de María, quien estuvo siempre atenta a la voluntad de Dios para
llevarla a un feliz cumplimiento.
María
era la “llena de gracia”, porque Dios hizo en Ella todo lo que pensaba
hacer, no quedó diezmado o reducido el proyecto de Dios sobre Ella, pues, dúctil
a la inspiración del Espíritu, nunca puso trabas, porque su norma de
conducta era “hágase tu voluntad” desde la Anunciación hasta el
Calvario, pasando por dificultades de distinta índole y calibre, pero
siempre fiel a la confianza que había depositado en Dios.
Cuando
la criatura deja el campo libre a la acción de Dios, cuando le presenta en
blanco el cheque de su vida, para que ponga en él lo que quiera...,
entonces Dios hace maravillas, pues, no encuentra obstáculo su magnánimo
deseo de que la persona progrese en el camino de la santidad. ¡Qué
progresos se hacen espiritualmente, cuando Dios está al timón de la vida!.
Cualquier
obstáculo, por pequeño que sea, dificulta todo el engranaje, y no se puede
conseguir un perfecto rendimiento, para cuando la maquinaria está
perfectamente encajada y bien engrasada, se facilita la labor y aumenta la
producción, al mismo tiempo que se vela por la conservación. Trasladando
este símil al campo espiritual, se percibe “visiblemente” el progreso
en la santidad de la persona que encaja su voluntad a la de Dios, con el
engrase que le proporciona la entera disponibilidad.
Lo
que María realizó en su vida, nos ayuda a que nosotros lo realicemos. Su
presencia en nuestra vida no obstaculiza la venida y permanencia de Dios en
nosotros, al contrario, nos facilita el que El venga y se quede, pues, la
misión de María siempre ha sido de puente entre Dios y nosotros, por Ella
nos vino el salvador, y por Ella nosotros nos acercamos a Dios.
María
no estorba en nuestra vida a Dios, como tampoco le estorbó en la suya.
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