Camino

San Josemaría Escrivá de Balaguer

 

268 Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. —Porque te da esto y lo otro. —Porque te han despreciado. —Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes.

Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. —Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. —Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso...

Dale gracias por todo, porque todo es bueno.

269 No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de meterte dentro de cada Sagrario cuando divises los muros o torres de las casas del Señor. —El te espera.

No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de rezar a María Inmaculada una jaculatoria siquiera cuando pases junto a los lugares donde sabes que se ofende a Cristo.


272 Emplea esas santas "industrias humanas" que te aconsejé para no perder la presencia de Dios: jaculatorias, actos de Amor y desagravio, comuniones espirituales, "miradas" a la imagen de Nuestra Señora...

276 Si te acostumbras, siquiera una vez por semana, a buscar la unión con María para ir a Jesús, verás cómo tienes más presencia de Dios.

493 Ama a la Señora. Y Ella te obtendrá gracia abundante para vencer en esta lucha cotidiana. —Y no servirán de nada al maldito esas cosas perversas, que suben y suben, hirviendo dentro de ti, hasta querer anegar con su podredumbre bienoliente los grandes ideales, los mandatos sublimes que Cristo mismo ha puesto en tu corazón. —"Serviam!"

494 Sé de María y serás nuestro.

495 A Jesús siempre se va y se "vuelve" por María.

496 ¡Cómo gusta a los hombres que les recuerden su parentesco con personajes de la literatura, de la política, de la milicia, de la Iglesia!...

—Canta ante la Virgen Inmaculada, recordándole:

Dios te salve, María, hija de Dios Padre: Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, sólo Dios!

497 Di: Madre mía —tuya, porque eres suyo por muchos títulos—, que tu amor me ate a la Cruz de tu Hijo: que no me falte la Fe, ni la valentía, ni la audacia, para cumplir la voluntad de nuestro Jesús.

498 Todos los pecados de tu vida parece como si se pusieran de pie. —No desconfíes. —Por el contrario, llama a tu Madre Santa María, con fe y abandono de niño. Ella traerá el sosiego a tu alma.

499 María Santísima, Madre de Dios, pasa inadvertida, como una más entre las mujeres de su pueblo.

—Aprende de Ella a vivir con "naturalidad".

500 Lleva sobre tu pecho el santo escapulario del Carmen. —Pocas devociones —hay muchas y muy buenas devociones marianas— tienen tanto arraigo entre los fieles, y tantas bendiciones de los Pontífices. —Además ¡es tan maternal ese privilegio sabatino!

501 Cuando te preguntaron qué imagen de la Señora te daba más devoción, y contestaste —como quien lo tiene bien experimentado— que todas, comprendí que eras un buen hijo: por eso te parecen bien —me enamoran, dijiste— todos los retratos de tu Madre.

502 María, Maestra de oración. —Mira cómo pide a su Hijo, en Caná. Y cómo insiste, sin desanimarse, con perseverancia. —Y cómo logra.

—Aprende.

503 Soledad de María. ¡Sola! —Llora, en desamparo.

—Tú y yo debemos acompañar a la Señora, y llorar también: porque a Jesús le cosieron al madero, con clavos, nuestras miserias.

504 La Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, aquietará tu corazón, cuando te haga sentir que es de carne, si acudes a Ella con confianza.

505 El amor a la Señora es prueba de buen espíritu, en las obras y en las personas singulares.

—Desconfía de la empresa que no tenga esa señal.

506 La Virgen Dolorosa. Cuando la contemples, ve su Corazón: es una Madre con dos hijos, frente a frente: El... y tú.

507 ¡Qué humildad, la de mi Madre Santa María! —No la veréis entre las palmas de Jerusalén, ni —fuera de las primicias de Caná— a la hora de los grandes milagros.

—Pero no huye del desprecio del Gólgota: allí está, "iuxta crucem Jesu" —junto a la cruz de Jesús, su Madre.

508 Admira la reciedumbre de Santa María: al pie de la Cruz, con el mayor dolor humano —no hay dolor como su dolor—, llena de fortaleza.

—Y pídele de esa reciedumbre, para que sepas también estar junto a la Cruz.

509 ¡María, Maestra del sacrificio escondido y silencioso!

—Vedla, casi siempre oculta, colaborar con el Hijo: sabe y calla.

511 "Ne timeas, Maria!" —¡No temas, María!... —Se turbó la Señora ante el Arcángel.

—¡Para que yo quiera echar por la borda esos detalles de modestia, que son salvaguarda de mi pureza!

512 ¡Oh Madre, Madre!: con esa palabra tuya —"fiat"— nos has hecho hermanos de Dios y herederos de su gloria. —¡Bendita seas!

513 Antes, solo, no podías... —Ahora, has acudido a la Señora, y, con Ella, ¡qué fácil!

514 Confía. —Vuelve. —Invoca a la Señora y serás fiel.

515 ¿Que por momentos te faltan las fuerzas? —¿Por qué no se lo dices a tu Madre: "consolatrix afflictorum, auxilium christianorum..., Spes nostra, Regina apostolorum"?

516 ¡Madre! —Llámala fuerte, fuerte. —Te escucha, te ve en peligro quizá, y te brinda, tu Madre Santa María, con la gracia de su Hijo, el consuelo de su regazo, la ternura de sus caricias: y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha.