De
antes del concilio de Nicea es también una oración a la Virgen María
que es muy popular aun hoy día: el Sub tuum
praesidium. Es la más antigua de las plegarias marianas. Se toma
aquí en su contexto original, tal como se encontró en el año
1938, en un papiro del siglo III, en una biblioteca de Manchester, y
tal como, salvo una ligera variante, la han conservado las líturgias
griegas y el rito ambrosiano:
Bajo
el amparo de tus misericordias nos acogemos, oh Madre de Dios, no
desatiendas nuestros ruegos en las necesidades y sálvanos del
peligro. Tú sola eres la bendita.
Dom
Mercenier ha hecho notar el inmenso interés de este breve texto. Es
«sin duda, el más antiguo testimonio de la fe en el poder mediador
de María, pues se le pide no solo que apoye nuestras oraciones
cerca de Cristo, sino que además nos libre Ella misma de los
peligros a que estamos expuestos». Por otra parte, la presencia de
la invocación: «oh Madre de Dios», prueba que esta denominación,
de la que los más antiguos testigos -después de San Hipólito- son
Orígenes y otros doctores alejandrinos, «no era solamente un término
de escuela, sino, en el sentido más exacto, un texto eclesiástico
consagrado por el uso litúrgico». Es precisamente de Alejandría
de donde será obispo San Cirilo,el gran maestro de la Maternidad
divina.
He
aquí el contenido actual del Sub
tuum en el rito romano:
Bajo
vuestra protección nos acogemos, Santa Madre de Dios; no
desatiendas nuestras súplicas en nuestras necesidades, mas líbranos
siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.
|