Dios
lleva a cada alma por caminos distintos. La relación de Dios en
intimidad con cada persona, que se presta a ello, es algo tan
personal, que no se puede romper
por la comunicación a personas extrañas, por muy amigas que
sean.
Hay
algún rincón en el interior del corazón, que no debe profanarse
con la intromisión de nadie, ya que el amor nos lleva a respetarnos
unos a otros, sin que la falta de una total apertura impida el que
dos personas sean realmente amigos y entre si se quieran.
María
era la madre de Alguien, que además de tener una función pública,
Salvador de los hombres, tenía una identidad individual, condición
que le permitía una relación de intimidad con la que realmente era
su madre, sin connotaciones de publicidad.
En
los años que vivieron juntos Jesús y María ¡Cuántos ratos de
conversación! ¡Cuántas mutuas confidencias se tendrían, como las
personas normales, que de verdad se aman!. Estas intimidades no
tienen que salir de la esfera del “secreto de dos”.
Algunas
palabras que engrosan el número de confidencias fueron aquellas que
los dos se dijeron entes de separarse para ir Jesús a comenzar su
vida pública.
¿Le
explicaría Jesús por qué se iba? ¿Argumentaría la Madre para
aplazar el comienzo de la marcha? ¿Fue larga o largas las
conversaciones respecto a este tema?.
Son
preguntas que no tendrán nunca una satisfactoria respuesta, ya que
no saldrían del campo de conjeturas humanas. Estas lagunas podemos
cubrirlas con el fruto de nuestra imaginación, pero lo que sí
hemos de admitir es el derecho a las confidencias en el ambiente íntimo
de amor entre Jesús y su Madre, sin que tengan que tener una
repercusión de divulgación social como algo que afectase a
nuestras vidas, como, por ejemplo, las palabras en la cruz, cuando
nos la entrega como Madre.
Pocas
palabras encontramos en el Evangelio duchas por Jesús
o viceversa, pero muchas veces se explayarían en clima de
mutuo amor la Madre y el Hijo.
Entre
las palabras guardadas con el sello de la intimidad y que nunca
sabremos, tenemos las que se dijeron mutuamente Jesús y María
antes de ir El a inaugurar su Vida Pública con el bautismo en el
Jordán.
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