Ser
Madre y Virgen.
Ser
Reina y esclava.
Ser
criatura y Madre del Creador.
Ser
redimida y corredentora.
Ser
“especial”, fuera de serie, Inmaculada.
Ser
bendecida por todas las generaciones.
Llamar
a Dios, Hijo.
Ser
la Mujer por excelencia.
Ser
la llena de gracia.
Ser
la primera en vivir la presencia de Jesús.
Ser
amada por Dios como Madre y como santa.
Ser
el “cajón-sorpresa” de la humanidad.
Ser
¡un estreno de Dios!
Ser
la Obra maestra de Dios.
Ser
la Omnipotencia suplicante.
Ser
la guardadora fiel de todo lo que oía de Jesús y a Jesús.
Ser
doblemente dichosa: Por ser Madre y escuchar la Palabra.
Ser
el mejor regalo que nos hace Dios, después de su Amor.
Ser
el templo donde se consagró sacerdote el Hijo de Dios.
Ser
el primer sagrario viviente.
Ser
Señor del Sí misma y Señora nuestra.
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