María inquieta ante Jesús

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

c  Toda persona está expuesta a un montón de eventualidades y sufrimientos, que la vida le proporciona, María como persona normal no estuvo exenta de estas inquietudes ante el futuro suyo y de su familia.

      A Ella se le añadía algo que le afectaba de manera exclusiva, pues, tenía una misión única e irrepetible que conocía algo pero no del todo descifrado.

c   Aceptó el ser Madre del Mesías, Ella conocedora de la Sagrada Escritura sabía lo que le estaba reservado a su Hijo para redimirnos, pero tenía la angustia del cómo y el cuándo acontecería lo anunciado.

c  La fe le hacía aceptar los designios de Dios, pero no los comprendía, tuvo siempre presente lo que le dijo Simeón: “Una espada te atravesará tu alma”.

c  También le inquietó la respuesta que su Hijo le dio al encontrarlo en el templo: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tenía que ocuparme de las cosas de mi Padre?

c  Estos acontecimientos le daban pistas de la misión que tenía que cumplir su Hijo, pero no sabía con certeza el tiempo de realizarlo, por eso la inquietud se albergaba en su alma.

¡Cuantas veces al contemplar a su Hijo instintivamente le venían a la mente las profecías acerca de la misión del Mesías avaladas por el anuncio de Simeón. La contestación que le dio su Hijo en el templo a los 12 años.

c   La fe no le quitaba las angustias que invadían su alma, que estaba constantemente en vilo por la espera del inicio del cumplimiento de las profecías.

c  Las madres tienen un instinto especial para conocer lo que les pasa a los hijos, Ella descubriría con su instinto materno el silencio de su Hijo, silencio cargado de preocupaciones que a veces se reservaría para evitar sufrimientos a su Madre.

c  Lo que aquietaría el alma de María era la fe inquebrantable que sin conocer muchas cosas, si sabía del gran amor del Padre quien había querido compartir con Ella su familiaridad por la que con todo derecho Ella sola podría llamar al Hijo de Dios, “Hijo mío” Ella tuvo la grata experiencia de la seguridad que da la fe, por lo que las inquietudes que el futuro le deparaba, le hacía ponérselas en las manos de Dios Padre.

c  Son compatibles las inquietudes y la fe, las  primeras están arraigadas  en el alma humana y la fe las guía, las ilumina y produce en el alma sosiego y quietud.