María, Madre del Pueblo de Dios

Iglesia de Melipilla, Chile

“El Pueblo sabe que encuentra a María en la Iglesia Católica” 
(Puebla Nº 284). Y al encontrar a María, encuentra a Jesús, “porque más fácilmente se separaría el calor y la luz del sol, que María de Jesús” (San Luis de Montfort). 
Para amar a María, hay que conocerla... ¿Y cómo podemos conocerla?. 
Todo en la Iglesia nos habla de Ella: la Sagrada Escritura, la Tradición, la Liturgia, las numerosas fiestas de María, los santuarios, los cantos, sus imágenes, etc. 

MARÍA Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD. 
María, en realidad, no es más que una simple criatura, porque Dios, para realizar su Plan salvífico, tomó a una niña nacida de la raza de Adán, enteramente semejante en cuanto a su naturaleza a las demás mujeres, pero ¡cuán grande y santa es!. 
· Dios Padre, entregó al mundo a su Hijo, sólo por medio de María. 
· Dios Hijo, se hizo Hombre para nuestra salvación, pero en el seno de María, ya que “nació de mujer” (Gál 4, 4). 
· Dios Espíritu Santo, formó a Jesucristo en María, pero después de haberle pedido su consentimiento, por intermedio del Angel en la Anunciación. 

QUIÉN ES MARÍA. 
La Fe Católica nos dice: 
· María es Madre de Dios: María es y debe llamársele “Madre de Dios”, porque el Verbo de Dios se encarnó en su seno virginal, por obra y gracia del Espíritu Santo. Siendo la Madre de Cristo, 
verdadero Dios y verdadero hombre, la llamamos con verdad y gozo Madre de Dios. Este es su mayor privilegio, y muchos podrán intentar desmentir lo que enseña la Iglesia de la Virgen María, pero nunca se atreverán a tratar de desmentir de que es la “Madre de Dios”. Esta verdad fue proclamada en el Concilio de Efeso, el año 431. Es el fundamento de la grandeza de María. 
· María fue siempre Virgen: Concibió a Jesús por la obra del Espíritu Santo, como lo anunció el ángel Gabriel (Lc.1,35). En María se cumple la profecía de Isaías, acerca de una Virgen-Madre (Isaías 7,14). Esto, lo reveló en un sueño el ángel a San José (Mt. 1, 
18-23). María no tuvo otros hijos; los “hermanos de Jesús”, como dice el Evangelio, según la costumbre de llamar así a los familiares, son en realidad primos-hermanos o parientes de Jesús. 
María es Virgen antes del parto de Jesús, durante el parto y después del parto, en otras palabras lo explican algunos Teólogos: “Jesús nació de María, como la luz del sol pasa a través del vidrio sin 
dañarlo”. 
· María Inmaculada: María, la llena de gracia, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos futuros de Cristo. Por eso María es indescriptiblemente hermosa. María, desde toda la eternidad estaba en el pensamiento de Dios, que la hizo Inmaculada, es decir, sin mancha para ser la Madre Virginal de su Hijo. No podía ser de otra 
forma: que Jesús se engendrara en un vientre lleno de pecado, en el vientre de una pecadora. Jesús es Dios, la bondad infinita, la pureza misma, no podía recibir la sangre, cuerpo, educación, etc. de 
alguien lleno de pecado. Por esto Dios preparó a María y la preservó de toda mancha para que nunca conociera el pecado, y en ella se engendrará nuestro Salvador. Esta verdad cristiana fue proclamada 
solemnemente por el Papa Pío IX, en 1854. Es la Fiesta de la Inmaculada Concepción, la que celebramos el 8 de diciembre. 
· María elevada en cuerpo y alma al cielo: La Virgen Inmaculada, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y 
alma a la gloria del cielo, donde es coronada Reina del Universo. 
Como tal, por su poderosísima intercesión a favor nuestro, la invocamos como Abogada, Auxiliadora, Socorro y Mediadora. La Virgen sin mancha, que no conoció el pecado, y en cuyo vientre se engendró 
Jesús, nuestro Señor, no podía conocer la corrupción del sepulcro, su cuerpo Inmaculado no podía ser corrompido, por esto fue “Asunta” al cielo (llevada al cielo). Es la fiesta de la Asunción de María que se celebra el 15 de Agosto. Esta verdad fue proclamada por Pío XII, en 1950. Ella, desde el cielo, cumple su papel de Madre, con cada uno de nosotros, sus hijos. 

A nuestra Madre que intercede por cada uno de nosotros ante su hijo Jesucristo, nos dirigimos: “Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”. 


“Conocer a María es conocer a Cristo. 
Amar a María es amar a Cristo. 
María es el molde en el cual Cristo dejó 
gravada su imagen para siempre. 
Por eso, el que entra en María, adquiere la forma de Cristo. 
María es discípula de Cristo: la primera y la mejor. 
María es seguidora de Cristo; 
la que lo ha seguido más de cerca y más fielmente. 
Ser discípulo de María, es ser discípulo de Cristo. 
Seguir a María es seguir a Cristo. 
Amar a María es Amar a Cristo”