María igual, pero distinta

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

María como criatura de Dios es única e irrepetible, participa de nuestra naturaleza humana lo que le hace ser semejante en muchas cosas al resto de las personas, pero también disfruta de unos privilegios y prerrogativas que la distancian de los demás seres humanos.

 

1.     María es igual.

1.1.         Mujer.

Todo aquello por lo que una persona es lo que es, lo tiene María. Su origen le hace tener unos padres, una familia, ser parte de la sociedad de su tiempo

Mujer cercana a nosotros, semejante a   nosotros.

Vivió y compartió la ternura de un hombre en el seno de un hogar. Como madre conoció la inquietud al estar pendiente de su Hijo.

Mujer de temple, capaz de acompañar a su Hijo cuando tan indignamente fue tratado y ultrajado en el camino del calvario y en la cima del mismo.

 

1.2.         Israelita.

î     Conocedora de la ley de Dios y fiel cumplidora de la misma.

î    Insistente en sus oraciones, pidiendo el pronto cumplimiento de las promesas mesiánicas.

î    Disponible en todo lo que pudiera colaborar con los planes de Dios.

î    Su actitud quedó plenamente reflejada en su “Hágase en mi según tu Palabra”

 

2.     Es distinta.

î    María en muchos aspectos es distinta al resto de los seres humanos, con Ella Dios ha hecho excepciones y la ha dotado de unos privilegios que no sólo le hacen ser distinta, sino excelente, inabarcable.

¿Qué mujer es tan conocida, invocada, venerada como María?

¿Qué criatura puede con todo derecho llamar Hijo a Dios?.

¿Quién colaboró como Ella en la obra de la Redención que realizó Jesús, Nuestro Salvador?

¿Quién amó tanto a Dios que le hace estar “llena de gracia”?

¿Quién tuvo una familiaridad tan íntima, profunda con la Santísima Trinidad como María?

¿Quién tuvo una fidelidad tan grande en todas y en cada una de las virtudes, sobre todo en la fe?.

¿Quién como Ella supo guardar mejor el secreto de Dios escondido en sus entrañas?

¿Quién puede, aparte de su Hijo, disfrutar ya del cuerpo glorioso en la gloria?

¿Quién puede decir que en su vida nunca se alojó el pecado?

î    La distinción de María no le sirve para alejarse de nosotros, sino para ponerse a nuestro servicio, siendo abogada, medianera ante su Hijo a favor de nosotros.  A Ella le cuadran las palabras de Jesús: “No vine a ser servido, sino a servir”.

î    De María porque es igual nos enorgullecemos, y porque es distinta a Ella nos encomendamos.