CURIA
DEL ARZOBISPADO DE MÉXICO
SECRETARIA
DE CAMARA Y GOBIERNO MÉXICO D.F.
"LA
VIRGEN MARIA BIBLIA Y TRADICIÓN"
Srta.
Alicia Herrasti Censor
NIHIL
OBSTAT
P.
José Luis G. Guerrero
Por
disposición del Emmo Sr. Arzobispo Primado de México
se
concede el IMPRIMATUR
Mons.
Rutilio S. Ramos R. Vicario Gral.
México,
D.F.,12 de diciembre de 1997
LA
VIRGEN MARÍA
Biblia
y Tradición-
En
el Antiguo Testamento es como una gran profecía o anuncio de la
venida de Jesucristo Nuestro Señor, Redentor de la humanidad; pero
muy poco encontramos en él acerca de la Santísima Virgen María.
Sin
embargo ya desde el principio, en el Libro del Génesis aparece la
figura de aquella mujer de la que habrá de nacer el Salvador.
Cuando Dios maldice a la serpiente o Satanás, le dice: "Enemistad
pondré entre ti y la mujer y entre tu linaje y su linaje: él te
pisará la cabeza mientras acechas tú su talón". (Gén.3,15)
Con
razón la Iglesia llama a este texto el Protoevangelio o sea, el
primer anuncio de la buena nueva. Al anunciar a Jesucristo se
menciona a la que lo va a dar a luz.
Dos
Profetas: Isaías y Miqueas, ocho siglos antes de Cristo, hablan
también de la Virgen María. Es importantísimo el versículo de
Isaías en donde le promete al rey Ajaz la señal esperada: "He
aquí que una virgen está encinta y va a dar a luz un hijo y le
pondrá por nombre Emmanuel" (Is.7,14).
Por
su parte Miqueas, contemporáneo de Isaías, menciona también "Al
tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz" (MI.5,2)
MARÍA
EN LOS EVANGELIOS.
El
personaje central y absoluto del Nuevo Testamento, es Jesucristo y
no debe extrañarnos la parquedad de referencias a la Virgen Santísima.
Pero las pocas citas que nos hablan de Ella, han sido suficientes
para que la Iglesia, con grande amor, la conozca profundamente y la
venere con especial predilección.
Listamos
a continuación, las citas de los Evangelios que de manera especial
se refieren a la Virgen María:
-
El
ángel anuncia a la Virgen María la maternidad divina. (Lc.
1,26-38)
-
María
visita a su prima Isabel. (Lc.1,39-45)
-
María
entona el Magnificat. (Lc.1,46-56)
-
El
ángel anuncia a José el nacimiento de Jesús. (Mt. 1, 18-25)
-
Genealogía
de Jesús, según la línea del Rey David.- (Mt. 1, 1 - 1 7;
Le.3,23-38)
-
Jesús
nace en Belén (Lc.2,1-7)
-
Adoración
de los pastores. (Lc.2,8-20)
-
Circuncisión
de Jesús. (Lc. 2,21)
-
Presentación
en el Templo. (Lc.2,22-38)
-
Adoración
de los magos de Oriente. (Mt.2,1-12)
-
La
Sagrada Familia huye a Egipto. (Mt.2,13-15)
-
Jesús
con los doctore!. (Lc.2,41-50)
-
Jesús
en Nazaret. (Lc.2,39-40; 51-52)
-
En
Caná de Galilea, Jesús realiza su primer milagro. (Jn.2,1-12)
-
Quien
hace la voluntad de Dios, este es mi hermano. (Mt.12, 46-50;
Mc.3,31-35; Lc.8,19-21 y 11,27-28)
-
Jesús
nos da a su Madre. (Jn. 1 9,25-27)
Ninguno
de los cuatro Evangelistas, nos relata la historia de María, o nos
describe su persona; pero estudiando y analizando las citas en que
los cuatro hablan de Ella, podemos llegar a conocer profundamente a
la Madre de Jesucristo.
San
Mateo, relata con detalle cómo Cristo vino al mundo, de la concepción
virginal por obra del Espíritu Santo. En su relato, muy de acuerdo
con las tradiciones semíticas, San José aparece en primer término:
recibe los mensajes divinos, toma las decisiones adecuadas, mientras
María permanece humilde y silenciosa a su lado.
San
Marcos, siendo el Evangelista más sintético, la menciona una sola
vez (3,31-35) para proclamar la superioridad de la maternidad
espiritual sobre la maternidad física.
San
Lucas por su parte, habiendo investigado todo lo relacionado a Jesús,
es el que sitúa a María a plena luz del Evangelio, al narrarnos
con todo detalle en sus capítulos 1 y 2, la infancia de Jesús. Es
el que nos permite entrever la profunda personalidad de la Virgen
María y ya no en su Evangelio, sino en los Hechos de los Apóstoles,
nos la presenta en el nacimiento de la Iglesia cuando con los Apóstoles
"perseveraba en la oración antes de Pentecostés"
(Hech. 1, 1 4)
San
Juan, por su parte es testigo y relator del primer milagro de Jesús
en las bodas de Caná de Galilea y también testigo ocular de cómo
la Virgen Madre permanece de pie junto a la cruz en el Calvario.
Bastaría
considerar atentamente tres escenas de los Evangelios: La Anunciación,
Las Bodas de Caná y María al pie de la Cruz, para comprender la
grandeza de esta mujer para amarla y venerarla como lo hace la
Iglesia Católica.
La
Anunciación.
Infinidad
de artistas se han inspirado en el sublime momento en que el Arcángel
San Gabriel saluda a María de Nazaret con las palabras: "Salve,
llena de Gracia". Ella turbada por dicho saludo, recibe el
anuncio de que ha sido elegida por Dios para ser la Madre de su Hijo
Unigénito. Y a pesar de estar ya comprometida en matrimonio con San
José, dando muestra de una fe, humildad, valentía y abandono en
las manos de Dios, pronuncia las palabras más importantes en la
historia de la humanidad: "Hágase en mí según tu
palabra" permitiendo en ese instante el prodigio de la
Encarnación.
Dios
se hace hombre en su seno purísimo y comparte desde entonces
nuestra humanidad. Porque María supo decir Si a la voluntad de
Dios, dio comienzo el embarazo más glorioso de la historia y la
Redención de la humanidad se hizo posible. En el saludo del Arcángel
a la Virgen María, descubrimos nada menos que su inmaculada
Concepción. En efecto al llamarla "LLENA DE GRACIA", el
Ángel declara que la Virgen María ha gozado de la plenitud del Espíritu
Santo, lo que excluye automáticamente el pecado original, ya que si
en algún momento María hubiera estado en pecado, aunque no hubiera
sido más que por un instante, ya no sería la llena de Gracia. Es
por este texto principalmente, que la Iglesia declaró el Dogma de
la inmaculada concepción, que siempre habíamos creído, en 1854 y
que Ella misma ratificó en Lourdes, Francia, en 1858, al definirse
ante Santa Bernardita como "Yo soy la inmaculada Concepción".
Las
Bodas de Caná
Los
Evangelios nos relatan cómo en el pueblecito de Caná de Galilea,
la Virgen Santísima asistió invitada a una boda, y también
llegaron Jesús y sus discípulos. María es la mujer atenta,
servicial, la gran ama de casa que se da cuenta de que el vino de la
fiesta se ha terminado. "Hijo, no tienen vino" (Jn.2,3) ¿Por
qué la Virgen acudió a su Hijo?, ¿Qué esperaba que él hiciera?,
¿Por qué confió tanto en él? No lo sabemos, pero el hecho es que
su intercesión provocó el primer milagro de Jesucristo "y
sus discípulos creyeron en él". En este pasaje se revela
que el poder es de él, la intercesión de Ella.
Con
la confianza de ser escuchada por su Hijo, dice a los criados:
"Haced lo que él os diga", así pués, cuando
acudamos a la Virgen Santísima en alguna necesidad, estemos
dispuestos a cumplir en todo la voluntad de Dios.
MARÍA
AL PIE DE LA CRUZ.
Durante
la vida pública del Señor, la Virgen María permanece
prudentemente en la sombra, confundida entre la muchedumbre,
relativamente cerca de su Hijo, meditando sus palabras en su corazón,
como la primera discípula de Cristo.
Desde
la presentación en el Templo, cuando Jesús tenía 40 días de
nacido, María había recibido del anciano Simeón una premonición
angustiante: "Mira, este niño está destinado a ser la caída
y el resurgimiento de muchos en Israel como signo de contradicción.
Y a ti misma una espada te atravesará el alma" (Lc.2,34-35)
Más
tarde, el relato del testigo presencial de lo que sucedió en el
Calvario, San Juan, es sumamente conmovedor. María, la que pasaba
desapercibida en los triunfos de Jesús, aparece en un primer plano
en el momento del dolor. "Junto a la Cruz de Jesús, estaban
su Madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena"
(Jn.19,25). Es la Virgen Dolorosa con siete puñales clavados en
su Corazón Inmaculado.
Y
a continuación San Juan nos relata lo que pasó: "Jesús
viendo a su Madre y junto a Ella al discípulo que amaba, dice a su
Madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo; luego dice al discípulo:
Ahí tienes a tu madre y desde aquella hora el discípulo la acogió
en su casa". (Jn. 1 9,26-27)
Escena
llena de misterio; ciertamente Jesús se preocupa por el futuro de
su Madre. Habiendo ya muerto San José (no aparece ni una sola vez
en la vida pública de Jesucristo) y no teniendo el Señor hermanos
carnales, quedaba María desamparada.
San
Juan es el único de los apóstoles presente en la muerte de Cristo,
es el Apóstol virginal que recibe en herencia nada menos que a la
Madre de Dios; Jesús en San Juan nos la hereda por Madre a la Madre
del Salvador, a la Siempre Virgen María
¡Todo
esto lo rechazan los protestantes! son huérfanos y no cuentan con
el consuelo maternal que la Santísima Virgen ha prodigado a la
Iglesia, durante 20 siglos.
MARÍA
EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA
La
verdad de la Palabra de Dios, sólo la encontrarnos en la Tradición
de la Iglesia, depositaria del testimonio de los Apóstoles.
No
olvidemos que la Tradición, o sea, la transmisión de la Fe de
generación en generación, es anterior al Nuevo Testamento. Por
Tradición la Iglesia aceptó los libros inspirados del Antiguo
Testamento, y por Tradición los Evangelistas escribieron sus
Evangelios y por Tradición, ya que él no estuvo presente, San
Pablo recibió y nos trasmite a su vez lo que sucedió en la Última
Cena.
Ciertamente,
tanto en la Biblia, como en la Tradición, el personaje central es
Jesucristo, pero ya desde los primeros siglos de la Iglesia, aparece
la Virgen María indisolublemente ligada al Misterio Pascual, centro
del culto católico.
Ya
a mediados del Siglo II existe una homilía de San Melitón de
Sardes, en la que se lee este bellísimo texto:
"El
es quién se hizo carne de una Virgen quién fué colgado de un
madero, quién fué sepultado en la tierra, quién resucitó de
entre los muertos, quién fué elevado a las alturas de los cielos,
El es el cordero sin voz, El es el cordero degollado, Es el nacido
de María, la hermosa Cordera".
La
Iglesia fué poco a poco conformando lo que llamamos el Año Litúrgico,
que es el ciclo de tiempos y celebraciones con los cuales la Iglesia
celebra y enseña todo lo relacionado con la Obra Salvadora del Señor
Jesús.
El
Año Litúrgico
El
Año Litúrgico comienza en Adviento, el último domingo de
noviembre, es tiempo de preparación y penitencia para Navidad, por
eso el Sacerdote lleva ornamentos morados; sigue la Navidad, de
grande alegría y festividad por el Nacimiento del Niño Jesús.
Continúa
algún tiempo llamado "ordinario" para llegar al Miércoles
de Ceniza que marca el inicio de la Cuaresma, otra vez tiempo de
penitencia y preparación para la Semana Santa, en la que
conmemoramos la Institución de la Sagrada Eucaristía, la Pasión,
Muerte y Gloriosa Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Siguen
varios domingos de Pascua, esperando el Jueves de la Ascensión, y
Pentecostés que festeja el nacimiento de la Iglesia. Continúa el
llamado "tiempo ordinario" hasta completar 34
semanas, que culmina con la celebración de la Fiesta Cristo Rey del
Universo, generalmente el tercer domingo del mes de noviembre.
Naturalmente,
dentro de la Liturgia y tradición de la Iglesia, aparece
paulatinamente, la memoria de la Santísima Virgen en festividades
que conmemoran los principales acontecimientos y verdades que sobre
Ella se han aceptado siempre, algunas de las cuales ha sido
necesario declarar dogmas de fe, a saber:
Que
es la Madre de Dios. (1º de enero) Dogma declarado por el Concilio
de Efeso en el año 431 e incorporado a las oraciones oficiales de
la Iglesia.
La
inmaculada Concepción. (8 de diciembre) Es el Dogma declarado por
el Papa Pío IX en 1854, acerca de que la Santísima Virgen María
fué concebida sin pecado original.
La
Asunción de la Virgen María a los Cielos. (15 de agosto) Dogma
declarado por el Papa Pío XII en 1950, acerca de que la Santísima
Virgen fué llevada al Cielo en cuerpo y alma.
Tanto
en Oriente como en Occidente, se fueron celebrando fiestas marianas.
Antiguos sacramentarios romanos nos hablan de cuatro grandes fiestas
marianas: La Anunciación, la Navidad, la Presentación y la
Asunción.
Además
de estas solemnes festividades, hay otras muchas a lo largo del Año
Litúrgico, en las que celebramos, no solamente aquellos hechos que
surgen de la palabra de Dios, sino también los emanados de otras
fuentes como son las principales apariciones de la Santísima Virgen
María, reconocidas por la Iglesia, a saber: Tepeyac (1531), Lourdes
(1858), Fátima (1917) y otras devociones populares.
LA
CUESTIÓN PROTESTANTE
Toda
la cuestión protestante se basa en lo que ellos llaman la libre
interpretación de la Biblia. Según ellos, toman su Biblia, invocan
al Espíritu Santo, y descubren sin más, las verdades reveladas.
Si
esto fuera así de fácil, ¿cómo pueden explicar la infinita
variedad de interpretaciones por demás contradictorias que dan
lugar a la no menos infinita variedad de iglesias, sectas,
creencias, etc. que configuran actualmente el universo protestante?,
¿Dónde quedó el Espíritu Santo?
La
Libre interpretación de la Biblia, ha dado lugar a algo tan
sorprendente y absurdo corno lo que sigue, tomado del noticiario
protestante Milamex del 31 de julio de 1997.
"La
mujer de las 12 estrellas"
"Una
mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su
cabeza una corona de 12 estrellas" (Apoc.12,1)
puede referirse a la Unión Europea, debido a que su bandera ostenta
una corona de 12 estrellas, declaró recientemente el Rev. lan
Paisley, lider evangélico irlandés, durante una convención en
Tuebingen, Alemania.
Esta
extraña interpretación, se ha visto modificada en el año de 1997,
en el que ya no son 12, sino 16 las estrellas de los paises que
forman la Unión Europea, y pueden aumentar con nuevos ingresos.
Objeciones
protestantes
Entre
las innumerables objeciones protestantes a la Iglesia Católica,
debemos considerar las relacionadas con el culto que profesamos a la
Santísima Virgen María y a los Santos, a quienes dicen que
adoramos porque nos hincamos ante sus imágenes.
Creemos
haber dejado en claro las razones que tenemos los católicos para la
veneración que damos a nuestra Madre María Santísima, pero no
podemos negar que hay algunas devociones imprudentes y expresiones
equivocadas que se prestan a malas interpretaciones; pero poco ha
reflexionado quien no distinga la diferencia que hay entre adorar y
venerar.
Adorar
en el estricto sentido de la palabra, es reconocer a Dios, como
Creador del Universo. En cambio venerar es simplemente una muestra
de respeto. Así pues, arrodillarse ante una imagen no es de ninguna
manera un acto de adoración, porque a nadie se le ocurre que el
santo representado, sea el Creador del Universo.
Las
oraciones diarias del cristiano, el Padre Nuestro y el Ave
María, nos explican bien la diferencia que hay entre estas dos
acciones.
En
el Padre Nuestro, la oración que Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó,
nos dirigimos a Dios como Creador y Padre, dispensador de todos los
bienes, a quien pedimos perdón y protección del maligno. Es una
oración sublime de ADORACION.
En
cambio, en el Ave María, se reza a la Santísima Virgen de muy
diferente manera; en ella no hacemos más que repetir las palabras
que el Arcángel San Gabriel le dijo en la Anunciación y las de
Santa Isabel en la visita que le hace la Santísima Virgen y le
pedimos RUEGUE POR NOSOTROS,
El
poder de intercesión de la Virgen María, no solamente es un hecho
irrefutable en la historia, sino que ha dado pie a considerarla
Corredentora y Medianera de todas las Gracias.
Estos
títulos hay que comprenderlos evidentemente no en plan de igualdad
y competencia, sino tan solo en el de cooperación y simultaneidad
con Cristo.
El
poder de intercesión puede ser extensivo a los Santos, a los "Amigos
de Dios". Las imágenes que hay en las iglesias y en
nuestros hogares no son más que "retratos" de quienes han
"Amado a Dios sobre todas las cosas en grado heróico"
y que la Iglesia nos propone como modelos de conducta, e
intercesores ante Dios Todopoderoso.
Es
natural y lo vemos cotidianamente, que cuando queremos un favor
especial de alguna autoridad, se recurra a personas que puedan
influir a nuestro favor, lo vemos por ejemplo en Jn.1 2, 20-22
"Entre los que subían para adorar en la fiesta, había algunos
griegos, estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida en
Galilea, y le hicieron este ruego: -Señor, deseamos ver a Jesús-
Felipe fué y se lo dijo a Andrés y los dos fueron a decirlo a Jesús".
La
Virgen, Imagen Ideal de la Iglesia.
En
la Virgen, la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de
la redención y la contempla gozosamente como una Purísima imagen
de lo que ella misma toda entera ansía y espera ser.
Const.
Sagrada Liturgia, n.9 103.
Fuente:
laverdadcatolica.org
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