1.
Por lo que
Dios hizo en Ella.
î
Toda regla
tiene excepción o, mejor dicho, excepciones siempre que se
dan las mismas circunstancias que ya se preveían al establecer la
regla.
î
La excepción que
tuvo María en su vida es un caso único, ya que no se pueden
repetir las idénticas circunstancias, pues, toda razón de ser de
María, un caso único y excepcional, se debe a su condición de
ser la Madre de Dios, ya que sólo hay un Dios y cada ser sólo
puede tener una madre.
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A María Dios le
dio una gracia que no ha dado ni dará a ninguna otra criatura: El
ser concebida sin pecado, saltando la ley universal de que todo
ser humano nace en pecado, la razón de esta singular excepción
se debe a que María iba a ser la Madre de Dios.
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El que María sea
un ser excepcional no se debe a su ascendencia genealógica ni a
su posición social, sino a su condición de elegida para ser la
Madre del Mesías.
Como
Dios fue el único que pudo elegir a su Madre, la hizo a su gusto,
lo que buscó en Ella fue dotarla de virtudes, con raíces en la
grata realidad de la gracia, necesitando ser María una digna
morada para su Hijo, quien en previsión de sus méritos no
permitió que el pecado ni siquiera la rozase, por eso Él a través
del ángel la pudo llamar “Llena de gracia”.
2.
Por la
correspondencia que María tuvo.
María
no fue un receptáculo pasivo de la gracia, sino que supo hacerla
germinar en su interior. Nunca despreció la gracia que el Señor
le proporcionaba, por eso la invocamos como la siempre
fiel.
María
no se limitó a cumplir lo mandado, lo establecido, sino que las
simples insinuaciones que venían de parte de Dios Ella las llevó
a cabo, pues, se fiaba plenamente de Dios.
María
no falló a los planes que Dios tenía sobre Ella, estaba siempre
en plena disponibilidad y al mismo tiempo con prontitud, pues, era
consciente que para decirle a Dios “sí”, no hay que pensárselo
mucho.
María
fue excepcional ya que nadie ha correspondido como Ella a todas y
a cada una de las insinuaciones y llamadas que constantemente el
Señor nos hace. Las gracias viene en cadena, a mayor
correspondencia más gracias.
Ella
tuvo, al igual que Jesús, como alimento hacer la voluntad del
Padre. El sí pronunciado en la Anunciación lo mantuvo siempre en
las alegrías
y en las penas, su adhesión a la voluntad de Dios la
mantuvo, porque surge de la fe y del amor, que lleva el sello de
la firmeza y de la constancia.
María
es mujer excepcional en positivo, sobresale por su misión que
Dios le confió y a la que Ella plenamente correspondió.