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Sabiendo
la importancia que tiene el nombre para los Israelitas, es
innegable que el nombre de María le fue impuesto a la
Santísima Virgen por sus padres Joaquín y Ana; muy comúnmente
se admite que este nombre le fue sugerido por inspiración divina,
es decir que, movidos ellos interiormente por el Espíritu Santo
prefirieron este nombre a todos los demás.
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Una
sola mujer encontramos en el A. T. que lleva este nombre, es la
hermana de Moisés, en tiempos de Jesús aparecen muchas mujeres
con el nombre de María.
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El
nombre de María tiene muchas significaciones según las diversas
etimologías aceptadas por los escritores, unos dicen que viene de
la lengua egipcia, otros de la siríaca y también de la lengua
hebraica. Entre los distintos significados sobresalen: Muy Amada,
Estrella del Mar, Señora, Mar Amargo, Esperanza, Excelsa,
Sublime, Iluminada, Iluminadora, Amargura, Dolor, etc...
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En
tanta abundancia de etimología es difícil juzgar cuál ha de ser
la preferida entre todas; San Alberto Magno nos propone cuatro títulos:
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“Virgen
bienaventurada, muéstrate iluminadora y, por tu asentimiento a la
encarnación, ilumina a los que están sentados en las sombras de
la muerte. Manifiéstate como estrella polar, que nos
guía al puerto, Tú, como un mar amargo, cuando todos
nosotros estábamos en la amargura, hiciste tuya la amargura de
todos... finalmente, Tú eres Señora de todos nosotros”.
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La veneración que
muchos santos tienen por esto nombre nos lo reflejan en sus
recomendaciones, por ejemplo, S. Pedro Canisio nos dice: “Si hay
entre los mortales algún nombre tan hermoso, preclaro y lleno de
gracia que merece ser escrito, leído, alabado, pintado y
esculpido, es el de María, ya que es digno de estar siempre ante
los ojos, en los oídos y
en las mentes de todos los hombres y de ser pronunciado
privada y públicamente con inmensa reverencia”.
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San
Estanislao de Kostka escribía el nombre de María al margen de la
página de los cuadernos con esta jaculatoria: “¡Oh María,
sedme propicia!”.
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San
Germán, patriarca de Constantinopla nos invita a que pronunciemos
frecuentemente el nombre de María: “Como la respiración es
indicio cierto de vida para nuestro cuerpo, así tu nombre Santísimo,
proferido incesantemente por los labios de tus siervos, es, no sólo
indicio seguro, sino también causa de vida, de alegría y de
auxilio”.
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Se
nos recomienda que pronunciemos el nombre de María como
jaculatoria, San Bernardino de Siena dice que “por esto nombre
se purifica el corazón, se ilumina la mente, se inflama el alma,
se ablanda el pecho, se endulza el gusto y el afecto se
hermosea”.
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La
Iglesia nos invita a que pensemos, veneremos y apreciemos este
nombre
por eso el 12 de septiembre se celebra el Santísimo nombre
de María.