María en el Plan de Dios

Movimiento de Vida Cristiana 

«La alegría jubilar no sería completa si la mirada no se dirigiese a aquélla que, obedeciendo totalmente al Padre, engendró para nosotros en la carne al Hijo de Dios».

Al hablar de María en el Plan de Dios no podemos dejar de considerar ese Plan en lo esencial: Dios por amor creó al ser humano para que viviera el amor y, desplegándose plenamente en el mundo en la línea de sus dinamismos fundamentales, según un recto ejercicio del don de la libertad, pudiese finalmente participar en la comunión eterna del Padre con el Hijo en el Espíritu Santo.

Pero el ser humano, haciendo uso de su libertad, rechazó esta invitación y con el "no" dado a Dios y a su amoroso designio atentó gravemente contra su propia realización y la de sus hermanos humanos. El pecado original produjo en la entera creación una catástrofe de dimensiones inconmensurables.

1. LA «MUJER» DE LA PROMESA

A pesar de este rechazo, Dios permaneció fiel a su criatura y a su primigenio propósito. Así, en la misma escena de la caída, pronunció la esperanzadora promesa de reconciliación: «Enemistad pondré entre ti (la serpiente) y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: Él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar». Dios revelaba entonces el núcleo de su designio reconciliador, en el que una Mujer aparecía íntimamente asociada por la maternidad a Aquél que «derrotará el mal del pecado en su misma raíz: ¡aplastará la cabeza de la serpiente!».

Hoy sabemos que María es la Mujer insinuada proféticamente en la promesa dada a nuestros primeros padres caídos en pecado, y que «la Encarnación constituye el cumplimiento sobreabundante de la promesa hecha por Dios a los hombres». María «tiene un lugar preciso en el plan de la salvación».

2. MARÍA, MADRE DE DIOS

Escribía el Papa Pablo VI que «la vida de todo hombre es una vocación dada por Dios para una misión concreta. Desde su nacimiento, ha sido dado a todos, como un germen, un conjunto de aptitudes y de cualidades para hacerlas fructificar; su floración, fruto de la educación recibida en el propio ambiente y del esfuerzo personal, permitirá a cada uno orientarse hacia el destino que le ha sido propuesto por el Creador». ¡Cómo no aplicar estas palabras y de modo eminente a aquella mujer que dentro de los designios providentes de Dios había sido elegida para ser la Madre del Reconciliador!

Sí. En vistas a su elección y misión, Ella será la «¡llena de gracia!». «Colmada de dones excepcionales del Señor desde el inicio de su existencia, está orientada (por su estructura interior) a una entrega total».

En plena sintonía con su mismidad y atenta a los designios divinos para con Ella por una incomparable fineza de percepción, no distorsionada por los efectos del pecado original, María decodifica correctamente sus impulsos interiores y orienta toda su existencia en la dirección en la que señalan. Ella percibe que su estructura interior le demanda, para su propia realización y felicidad, una entrega total de sí misma. Es así que, en respuesta generosa a los dones recibidos de Dios y a la inspiración del Espíritu Santo, surge en María el propósito de virginidad, que aparece claro y firme en el momento de la visita del ángel. Sin saberlo Ella, este inusitado propósito la preparaba para una maternidad muy singular.

Llegada la plenitud de los tiempos María, por su "sí" generoso y por obra del Espíritu Santo, el Verbo se encarnó en su vientre inmaculado y virginal.

«Llamada a ser la Madre de Dios, María vivió plenamente su maternidad desde el día de la concepción virginal, culminándola en el Calvario a los pies de la Cruz».

3. MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARÍA

El Santo Padre ha escrito en la Bula de Convocatoria para el Año Santo que María culmina su maternidad en el Calvario a los pies de la Cruz. No quiere decir con ello que allí se termine su maternidad, sino que allí su maternidad florece en plenitud: su maternidad divina se despliega entonces en otra maternidad, que aunque presente también desde la Encarnación, se hace patente al pie de la Cruz. ¿Cuál? «Relacionando la Anunciación-Encarnación con el Calvario, el Buen Padre Chaminade dice: "Ella se convierte en Madre de los cristianos en el sentido de que los engendra al pie de la Cruz, aunque ya era su Madre por la Maternidad Divina... Oh, cuánta fortuna para nosotros que el golpe que hiere su alma con la espada del dolor dé nacimiento a la familia de los elegidos". (...) El Calvario fue para Ella el tiempo de dar a luz». El Santo Padre, comentando este momento de máximo despliegue en la vida de la Virgen, comenta: «cuando Jesús dijo: "Mujer, ahí tienes a tu hijo", abrió de un modo nuevo el corazón de su Madre, el Corazón Inmaculado, y le reveló la nueva dimensión y el nuevo alcance del amor al que era llamada en el Espíritu Santo, en virtud del sacrificio de la cruz».

María, como nos permite contemplar el Apocalipsis, el último libro de la Sagrada Escritura, es «la Madre del Cristo Total: de la Cabeza, el Señor Jesús, y del Cuerpo, su descendencia, la descendencia de mujer». Dentro de los designios divinos su vocación a la maternidad divina es al mismo tiempo una vocación a la maternidad espiritual. Y Ella, por su exquisita cooperación a la iniciativa divina, llegó a ser «la mujer gloriosa, en la que el designio de Dios se pudo llevar a cabo con total perfección».

«Con razón pues, al término del segundo Milenio, nosotros los cristianos, que sabemos cómo el plan providencial de la Santísima Trinidad es la realidad central de la revelación y de la fe, sentimos la necesidad de poner de relieve la presencia singular de la Madre de Cristo en la historia». Lo hacemos, además, porque comprendemos que María en el Plan de Dios no es una figura decorativa: su función es eminentemente dinámica.

CITAS PARA LA ORACIÓN

La mujer: su lugar en el designio de reconciliación: Gén 3, 15. 
María, anunciada por los profetas: Is 7, 14; Mi 5, 2-3; Mt 1, 22-23. 
María, Madre de Dios: Lc 1, 26-38; Gál 4,4-7. 
El Señor Jesús explicita la matemidad espiritual de María: Jn 19, 25-27. 
María en la Iglesia: Hech 1, 14. 
La mujer vestida de sol: figura de la Iglesia y de María: Ap 12, 1 ss.
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

Lee Gén 3,15 y comenta qué tan importante es la presencia de María en la vida del ser humano. 
¿Por qué es necesario que conozcamos cómo somos para responder a nuestra misión? 
¿Por qué Maria se despliega totalmente como Madre espiritual al pie de la Cruz? 
¿Qué significa para ti la función dinámica de María? 
Lee Lc 1, 38 y explica: ¿en qué consiste la verdadera libertad? 
¿Qué medios concretos puedes aplicar en tu vida para estar en constante presencia de Dios? 

Fuente: caminohaciadios.com