Remar mar adentro, en compañia de María

Movimiento de Vida Cristiana 

«A Ella, Estrella de la Nueva Evangelización, le pido de manera especial que interceda para que sus vidas, su acción y su apostolado irradien por el mundo el amor que viene de Dios»[1].

El misterio que hemos celebrado en Navidad no puede dejar de sobrecogernos: ¡Dios se ha hecho hombre, para que el hombre se haga Dios! ¡Dios se ha abajado, para elevar al ser humano y hacerlo partícipe de su misma naturaleza divina![2] ¿Se puede permanecer indiferente ante este tremendo Misterio de Amor? ¡DIOS HA NACIDO! Dios no es un dios frío, lejano, distante, desentendido del hombre y de su destino, una fuerza impersonal... ¡No! Dios se ha acercado al hombre y se ha manifestado en un Niño, nacido para nuestra salvación y reconciliación. En Cristo, el Hijo de Santa María, el Padre nos ha hecho conocer todo el amor que nos tiene[3]. Ya nada puede ser igual para aquél que se ha encontrado verdaderamente con el misterio del amor divino manifestado en Cristo Jesús. El encuentro con Dios ha de dejar en nosotros una huella muy profunda, decisiva, que nos lance a comunicar a cuantos podamos, de palabra y con una vida santa, tan magna noticia. 

REMAR MAR ADENTRO...

Todo aquél que se encuentra auténticamente con el amor de Dios, no puede dejar de experimentar el impulso interior de anunciarlo. Llamados reiteradamente a "remar mar adentro"[4], experimentamos esa urgencia y necesidad de evangelizar, de proclamar la Buena Nueva de la reconciliación traída por el Señor y trabajar comprometidamente por transformar todas aquellas realidades que hoy se oponen al Evangelio: «¡Ay de mí si no evangelizare!»[5] ¡No podemos olvidar ni un instante que es todo un mundo el que hay que evangelizar, el que hay que transformar de salvaje en humano, de humano en divino! ¡El Señor nos ha elegido, el Señor nos necesita, a cada uno, y nos necesita santos apóstoles!

En este nuevo año que comienza, no podemos dejar de mirar el año transcurrido para darle gracias a Dios por todas las bendiciones recibidas, por los frutos producidos, así como también para pedirle perdón por las veces en que no respondimos como debíamos. Pero sobre todo nos toca dirigir renovadamente la mirada al horizonte, con la esperanza y confianza puesta en el Señor, quien no se cansa de alentarnos a remar mar adentro, ¡siempre MAR ADENTRO!

Queremos asumir con renovado entusiasmo este llamado que el Señor nos hace acudiendo especialmente a María, la Madre del Divino Niño. Por ello, en este nuevo año que se abre ante nosotros, ¡rememos mar adentro, día a día, en compañía de María!

COMO MARÍA Y CON ELLA, ¡ANUNCIEMOS AL SEÑOR!

María nos enseña cómo evangelizar. Lo hace con su sencillo ejemplo. Luego de dar a luz a quien es Él mismo la Luz del mundo[6], María se convierte en un precioso candelabro que presenta esa Luz a todos los hombres.

Ella presenta a su Hijo a los humildes pastores que acuden al Portal, atraídos por el gozoso anuncio de los ángeles: «os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor»[7]. Aprisa se dirigen los humildes y sencillos pastores al lugar indicado, para participar de la inmensa alegría que a todo el pueblo trae su nacimiento. En aquel intenso encuentro, María presenta a los humildes pastores el fruto de sus entrañas, el fruto de su preciosa fe, de su total asentimiento y amorosa adhesión a Dios y a sus amorosos designios. De este modo María, la Madre del Niño Dios, «empieza a concretar su maternidad espiritual sobre todos los seres humanos que creen en Jesús»[8].

Luego presenta a su Hijo también a los sabios de Oriente, los magos que representan a los gentiles que vienen a adorar al Niño Dios. El anuncio de la Buena Nueva no se dirige sólo a Israel, sino que se abre a la universalidad: se dirige a todos los hombres. Aquellos sabios de Oriente, atraídos por una estrella, se lanzan en búsqueda del Rey de los Judíos para adorarle. Culminando su búsqueda, encontraron «al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron»[9].

Así, pues, «por María nos viene el Salvador, Ella es la Madre que lo da a luz, Ella es la Madre que se lo presenta a los pastores de Israel y a los sabios de la gentilidad. Su función maternal madura, se extiende. María de la Presentación sigue actuante, activa, hoy como siempre, presentando al Señor Jesús a las personas y a los pueblos. Ella es la Madre que porta al Reconciliador; Ella lo presenta a todos los corazones que se abren en reverente acogida»[10].

¡Qué lección más maravillosa nos da la Madre, precioso candelabro que presenta a todos los hombres aquella «luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo»[11], Cristo, su Hijo! 

¡
REMAD MAR ADENTRO, BAJO LA GUÍA DE MARÍA! 

Así como una estrella guió a los sabios de Oriente al encuentro con el Señor Jesús, así también María nos conduce al encuentro con su Hijo, Ella nos lo presenta, nos lo hace cercano. 

Asimismo, en el empeño de remar mar adentro en la misión apostólica que el Señor confía a la Iglesia y a nuestra familia espiritual, nos guía María, Estrella de la Nueva Evangelización. Es Ella a quien hay que mirar siempre. Es de Ella de quien debemos aprender a confiar en el Señor, confiar en cada una de sus palabras[12], para echar las redes adecuadamente. Madre de los apóstoles, Ella nos educa con su ejemplo a ser los nuevos apóstoles que necesita este tercer milenio. 

Respondiendo a la invitación del Señor Jesús de remar mar adentro, y respondiendo asimismo a Su invitación hecha a todos sus discípulos desde lo alto de la Cruz, queremos aprender del paradigmático ejemplo de María, Primera Discípula y Evangelizadora. Las características de su acción apostólica marcan un estilo, un modo de hacer apostolado que es modélico para quienes estamos llamados a secundarla en la obra apostólica a Ella encomendada por su Hijo. Bajo la guía de la Madre del Señor, Madre de los Evangelizadores, estamos llamados a transformar e iluminar el mundo entero con la Luz de Cristo. 

NUESTRO APOSTOLADO: SECUNDAR A MARÍA

La misión apostólica de María está íntimamente vinculada a su maternidad divina: al ser Ella la madre de Cristo, Cabeza del Cuerpo místico que es la Iglesia, es madre también de cada uno de sus miembros, que somos los bautizados. Este don de la maternidad espiritual, reservado y concedido por Dios a María, conlleva para Ella al mismo tiempo una tarea y responsabilidad únicas: ejercer una dinámica función maternal para con cada uno de sus hijos e hijas. 

Con nuestro apostolado, que brota de nuestro propio encuentro con el Señor Jesús, buscamos colaborar apostólicamente con el apostolado que Dios le ha encomendado a la madre de su Hijo, buscamos secundar a María en sus tareas como Madre de la Iglesia. ¿Qué quiere decir esto? Santa María, buscando en todo momento vivir intensamente su vocación maternal -también y más aún ahora desde el cielo-, procura que en cada hombre y mujer nazca, crezca y se fortalezca Cristo su Hijo, para alcanzar en Él la plena madurez[13]. Secundar a María en su misión apostólica implica abrirnos nosotros mismos a su acción materna, dejarnos educar por Ella para que Cristo viva en nosotros[14] y llegue a ser Él nuestra vida[15], y al mismo tiempo implica prestarle nuestros labios, nuestras manos, nuestro corazón, todo nuestro ser para que pueda cumplir con su función de Madre en la vida de tantos hermanos humanos. 

CITAS PARA MEDITAR


El apostolado de María es hacernos cercano a Dios: Lc 1,30-31.38; Is 7,14; transmitirnos a Jesús con todo su ser: Lc 1,40-44; darnos a Jesús, fruto bendito de su vientre: Lc 2,7; mostrarnos a Jesús: Lc 2,16; Mt 2,11; remitirnos a Jesús e invitarnos a la confiada adhesión a sus palabras: Jn 2,5; ofrecernos a su Hijo, asociada a su Cruz: Jn 19,25; educarnos a acoger el Espíritu de su Hijo, que nos transforma en apóstoles intrépidos: Hech 1,14;2,1-4. 
El Señor Jesús nos ha señalado que María es nuestra Madre, hemos de acogerla en nuestra "casa": Jn 19,26-27. 
Bajo la guía de María hemos sido convocados a anunciar el mensaje de reconciliación: 2Cor 5,20. 
Urge anunciar la Buena Nueva: 1Cor 9,16; a tiempo y destiempo: 2Tim 4,2; para ganar a los que más podamos: 1Cor 9,19. 
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

¿Te experimentas realmente convocado por el Señor Jesús para "remar mar adentro"? 
¿Qué significa para ti "remar mar adentro" en este nuevo año que se inicia? ¿Qué cosas concretas puedes hacer? 
Santa María intercede en todo momento por el apostolado que realizamos. ¿Lo experimentas en tu vida? ¿Sueles poner tu apostolado bajo la intercesión de la Madre? 
María anuncia al Señor Jesús con toda su vida. ¿Cómo estás anunciando al Señor Jesús? ¿Qué te falta para anunciarlo más? 
¿Qué resoluciones concretas vas a poner para hacer más apostolado durante este año? 

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[1] Luis Fernando, Es tiempo de desplegarse, Mensaje a los participantes en la Reunión de Coordinación 2001 del Movimiento de Vida Cristiana, Lima, 30 de agosto de 2001, n.9.

[2] Ver 2 Pe 1,4.

[3] Ver Jn 3,16.

[4] Ver Lc 5,4.

[5] Ver 1Cor 9,16.

[6] Ver Jn 8,12.

[7] Lc 2,11.

[8] Luis Fernando Figari, En compañía de María, VE, Lima 51995, p. 63.

[9] Mt 2,11.

[10] Luis Fernando Figari, En compañía de María, VE, Lima 51995, p. 65.

[11] Jn 1,9.

[12] Ver Lc 5,5.

[13] Ver Ef 4,13.

[14] Ver Gál 2,20.

[15] Ver Flp 1,21.

Fuente: caminohaciadios.com