La devoción del pueblo de Dios a la Virgen María 

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Cantar de los Cantares 6,9-10
Mas una es la paloma mía, la perfecta mía;
Es la única de su madre,
La escogida de la que la dio a luz.
La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada;
Las reinas y las concubinas, y la alabaron.

¿Quién es ésta que se muestra como el alba,
Hermosa como la luna,
Esclarecida como el sol,
Imponente como ejércitos en orden?

María, la escogida por Dios entre las hijas de Israel. Es icono perfecto de la Iglesia. A ella se une el Espíritu Santo (Lc 1,35) para que conciba al Hijo de Dios, quien es llamado el Sol de Justicia (Mal 4,2). La blanca paloma, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente Reina (Madre del Rey), y perfecta. No perfecta por sí misma sino por la gracia de Dios en ella. Por eso el ángel la saluda llamándola Kejaritomene que significa llena de gracia o agraciada. Cristo quiso como madre al alma más bella y perfecta de cuantas han salido del poder creador de Dios. En definitiva, María es todo lo que los cristianos llegaremos a ser en cuanto a pureza, hermosura y realeza. Si nosotros somos participantes de la naturaleza divina (2ª P 1,4), ¿qué no diremos de quien se unió de tal forma al Espíritu Santo que el Santo de Israel tomó de ella su humanidad para encarnarse entre nosotros?. Por eso dice Cantares "La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron." ¿Cuándo se cumple eso?:
Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.
Elisabet bendice a la Madre al igual que al Hijo. Observad. Y es al oir a María cuando la criatura en el seno de ella, Juan el Bautista, salta. Por la voz de la Madre reconoce a Cristo.
Hija del Padre, Madre del Hijo, cubierta por el Espíritu Santo, quien, ¿por casualidad?, aparece a los hombres como una paloma en el bautizo de Cristo. Figura perfecta de la Iglesia de la cual es madre a la vez que forma parte como otra hermana (seréis mi madre y mis hermanos como dijo Cristo), Iglesia que es la Novia del Cordero.
Haced como María quien "guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón." (Lucas 2,19). Todo esto, bien ponderado, sólo sirve para dar más gloria a Dios por lo que Él hizo en María y lo que hace en nosotros.

María, Hija de Dios, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros

Fuente: civitasdei.org