Muchas imágenes, una sola Virgen María

Padre Jorge Loring S.J. 

 

En los templos suele haber muchas imágenes de la Virgen: del Carmen, del Rosario, de los Dolores, de las Angustias, de los Remedios, del Socorro, de la Consolación, de la Misericordia, de la Paz, etc. Es que María Santísima tiene muchos títulos y prerrogativas. Pero todas son imágenes o retratos de la única y verdadera Virgen María, que está en el Cielo en cuerpo y alma.

Esta elevación de María al Cielo en cuerpo y alma se llama Asunción. La Asunción fue declarada dogma de fe por el papa Pío XII el 1º de noviembre de 1950. Pero la fiesta de la Asunción se celebraba ya el 15 de agosto por los años 500 después de Cristo . 

Una de las mejores devociones a la Santísima Virgen es el rezo del Santo Rosario. Si puedes rezarlo en un templo, mejor. Si no, rézalo en cualquier rato libre o mientras te viene el sueño. Te aconsejo que hagas un esfuerzo por rezarlo, pues es un obsequio muy agradable a la Virgen. Si rezarlo entero te resulta largo, reza un misterio cada día.

Otra recomendable devoción a la Virgen es el santo escapulario. Fue una revelación a san Simón Stock, general de los Carmelitas, en el siglo XIII. La Virgen le prometió que quien muera llevando el escapulario del Carmen no se condenaría. Este escapulario debe ser impuesto por un sacerdote, y hay que rezar diariamente tres Avemarías.

El escapulario de tela puede ser sustituido por una medalla que lleve por un lado la imagen del Corazón de Jesús y por el otro una imagen de la Virgen. Así lo concedió el Papa. 

Tener devoción a María es prenda de salvación. Todo el que rece diariamente en su honor tres Avemarías conseguirá una ayuda especial para tener una buena muerte, según revelación de Dios a santa Matilde, y como lo demuestra una larga experiencia.

Los protestantes nos acusan de que adoramos a la Virgen María , pero esto es una calumnia. Todos los católicos sabemos que la Virgen no es Dios. Y la adoración es exclusiva de Dios. Cuando nos dirigimos a Dios decimos «ten misericordia de nosotros». En cambio, cuando nos dirigimos a la Virgen, decimos «ruega por nosotros».