María en el Tiempo de Cuaresma

Autor:

 

* Cuaresma: el tiempo de cuaresma es un tiempo para escuchar más de cerca la Palabra del Señor; es además, tiempo de oración y de profundización en el bautismo. Son estos elementos los que nos llevan a que sea también un tiempo de penitencia. No se logra llegar a lo esencial sin dejar a un lado ‘otras cosas que valen menos’.

* María: la liturgia nos presenta en este tiempo a la Virgen como modelo de creyente que medita y escucha la Palabra de Dios. 

* María, obediente a la voluntad del Padre, camina también Ella hacia la cruz. 

* María: ha sido vista así por la tradición cristiana muy cerca a la cruz. Es verdad que existe un ropaje que nos dificulta ver a María como creyente obediente al Padre, creyente que hace también un camino de fe y de subida a Jerusalén. La presencia de las procesiones cuaresmales, la presencia de María en esas procesiones, con tanta fuerza, responde a una teología válida: María sentida y celebrada como creyente fiel, como compañera privilegiada del Hijo que se entrega. Catequesis y celebración tienen el deber de realizar el deber que subyace. 

* María: en el camino cuaresmal, la figura de María aparece con sobriedad, con discreción, con sigilo, casi de puntillas. El centro de la cuaresma es la profesión bautismal y los compromisos que ella supone. En definitiva, el centro cuaresmal es la preparación a la pascua. En el camino, como una más, pero como creyente significativa, está María. No es un adorno cuaresmal. Es un modelo. Ella ha recorrido también ese camino. Como lo recorrió su Hijo, como lo tiene que recorrer cualquiera que sea seguidor de Cristo. 

* Cuaresma: es un camino que los fieles recorren “entregados” más intensamente a escuchar la Palabra de Dios y a la oración (SC 109). De este modo, se convierten los fieles en auténticos discípulos de Cristo. Pero no basta escuchar, hay que retener y meditar en el corazón, como María, la palabra que nos es dada. Sólo el corazón que retiene la palabra, como la semilla que cayó en tierra buena, produce frutos de vida eterna. 

2. SUGERENCIAS PARA LAS CELEBRACIONES.

La liturgia cuaresmal pide que se respete al máximo las lecturas del leccionario y el misal. Sólo una justa cusa permite que se celebre una fiesta de la Virgen. Esto no quiere decir que María esté ausente del camino cuaresmal. El misal y el leccionario de Misas de la Virgen María prevén la posibilidad de celebraciones marianas en la cuaresma. Indican, además, los títulos marianos que conviene celebrar en este tiempo santo de la cuaresma. Es pedagógico tener en cuenta las sugerencias allí contenidas para ligar a María al tiempo litúrgico. 

Centralidad del discipulado. 

La nota característica de la cuaresma es el discipulado. Quien sigue a Jesús es el que escucha su palabra y la pone en práctica. En este sentido María se presenta como la discípula del Señor. Ella tuvo que pasar de ser madre biológica a ser madre creyente y fiel. 

La devoción a María no es un puro grito del alma o del sentimiento del creyente. Es la admiración de la obra de Dios en María, la llena de gracia. 

Compañera de la cruz. 

Juan nos presenta a María como compañera junto a la cruz del Señor. Ausente, silenciosa y silenciada durante el ministerio público de Jesús, aparece en el momento cumbre de la cruz. Cumple así lo que el Hijo había anunciado: “el que quiera ser mi discípulo de verdad, que cargue con su cruz y me siga; y donde yo esté, estará él”.

Esta dos notas son fundamentales en la presentación de María durante la cuaresma y en las celebraciones que se hagan.

Existen muchas cofradías que en estos días realizan su principal actividad. Es recomendable que se insista en una catequesis que acentúe lo esencial. Ganaremos todos, especialmente los cofrades. María será para ellos un camino de discipulado y los conducirá hacia la verdadera meta del cristiano: el acontecimiento de la muerte y de la resurrección de Jesús. 

Celebrando a María, celebramos el misterio de la salvación. 

Fuente:  educadormarista.com