Rosas en Lima (II) 

Hermano Albert Pfleger, marista. 


Los meses pasaron. De vez en cuando, el hijo se detenía en Agua-de-Vida para depositar flores al pie de la Virgen y pedirnos que rezáramos por su padre. Un día muy angustiado vino a decirnos: "Mi padre va a morir." Depositó unas flores rojas a los pies de la Virgen y rogamos especialmente por su padre durante el canto del Ave María. Para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, regresó de nuevo: "El día que les hice mi última visita, hacia las siete de la noche, mi padre entró en agonía." Comencé a rezarle al oído el Padre nuestro. Tres veces me rechazó como para indicarme que no quería oír nada. Pero seguí, seguro que en el Agua-de-Vida rezaban conmigo. Repentinamente para mi gran sorpresa, oí a mi padre decir: "perdóname, Señor." Eran las diez de la noche; el rostro se le encendió inmediatamente de una serenidad extraña, y una media hora más tarde, mientras cantaban el Ave María, nos abandó en toda tranquilidad. ¿No creen que mi padre recibió el perdón de Dios y que María obtuvo su perdón? Al ver cómo mi padre entraba a la Vida a la hora exacta en que cantaban el Ave María, sentí el deseo de convertirme y de recibir yo también el Bautismo." 

Relato de las "Trabajadoras misioneras" (T.M.) que animan los Restaurantes "Aguas-deVida" en Perú. 
Informado por la Recopilación mariana del Hermano Albert Pfleger, marista. 1986 

Fuente:  mariedenazareth.org