La Madre de todas las Madres I

R. Medio

 

En el verano de 1918, nuestros ulanos ocupan Ucrania y avanzan hasta Crimea. Luchan contra los comunistas y limpian la región de partidarios rojos. Repentinamente, en un pueblo medio quemado, caemos en un emboscada. Después de un violento combate se nos hace prisioneros. Éramos doce hombres. 

Nos llevan a la ciudad más cercana donde nos interrogan. El jefe es un checo de Praga, un desertor, que habla alemán. Se apodera de mi cartera y retira una medalla, una vieja moneda de plata con la imagen de la Madre de Dios: Protectora de Franconia. Mi madre me la había dado al partir, para protegerme de la desdicha. Mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo la habían llevado en muchos peligros. Ahora este hombre tiene la medalla en sus manos, la examina y parece sonreír. ¿Es burla, indulgencia o emoción? imposible saberlo. Luego, lee en voz alta la divisa de nuestra familia: "Meiner Liebe Glut leuchtet nicht minder als die Sterne": "la llama de mi amor no brilla menos que las estrellas". 

La medalla estaba ahora entre las manos de un bolchevique. ¿Por qué no la llevaba yo como mis padres? Mi madre me la había puesto al cuello al salir. Sentí vergüenza de mi piadosa "superstición" y puse la medalla en mi cartera... 

Al ver mi tesoro en manos extranjeras, mi corazón se rebela; avanzo y le arranco la medalla de las manos al checo. Éste se pone a reír con maldad: ¡"Capitán, usted cree en un amuleto! Pero no le trajo suerte. ¿Si por este objeto le acordara algún favor, me lo vendería? No respondo a su pregunta insensata. El checo se me acerca. "¡Fuera de aquí!", me grita lleno de rabia. Atormentado por el miedo, no pude dormirme sobre la paja. 

Testimonio de un viejo oficial de la Gran Guerra 
Según R. Medio - Ein Mutterherz fur ido, pp. 118-121 
Producido en la Colección Mariana 1986 del Hermano Albert Plfeger, marista

Fuente:  mariedenazareth.org