El Gusto de María

 

Padre Javier Leoz

 

Nos reunimos,  para seguir cantando y festejando la gloria del Señor, ayudados por Santa María.

El mayor gusto que podemos dar a una madre es, precisamente, ser buenos hijos siguiendo las huellas que ella nos deja para no confundirnos y alcanzar la felicidad de María.

La Pascua, entre otros sabores, dejó en el paladar de María, el gusto por la Resurrección. La pena se convirtió en gozo en la mañana de Pascua; la tristeza se trastornó en alegría, ante el sepulcro vacío; el color negro dio a la blancura pascual, por la presencia de Jesús Resucitado.

Y es que, el gusto de María, fue dar gusto en todo a Dios. Todo lo quiso hacer bien. Sin demasiado ruido pero con certeza; con humildad pero con lo necesario; con obediencia pero conscientemente.

Hoy, ante Santa María, nos podríamos preguntar:

¿Damos gusto a Dios en algo?

¿Es para nosotros un gusto, creer y esperar en Dios?

¿Gustamos y disfrutamos -desde ahora- con el fruto de la Pascua que es la resurrección futura?

La insipidez es esa sensación de que "algo falta" en el café de nuestra vida cristiana. Hay que cogerle gusto al evangelio y al seguimiento a Jesús. No podemos dejarnos vencer por una insulsez que nos aparta del placer por las cosas de Dios.

Hoy, ante María  dejamos este azucarero. Que nuestra Madre, María, nos ayude a gustar la presencia de Dios en nuestros días y, también, a dar gusto a Dios con nuestras obras y palabras.

Fuente:  autorescatolicos.org